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Acto: Feministas por la paz — Dani Gago

Yo voy con ellas

Los capitalistas usan la guerra para seguir apropiándose del tiempo de las mujeres, del tiempo de la naturaleza, del tiempo de trabajo de las clases populares


Más vale un mal acuerdo que una buena guerra. Sabiduría popular contra la estulticia de los líderes políticos europeos que han decidido que, pase lo que pase en las elecciones europeas del próximo mes de junio, las relaciones económicas y la industria en Europa han de basarse en el comercio y la producción de armamento. La decisión la toman porque el comandante en jefe Joe Biden está amortizado como presidente de los EE.UU, la probabilidad de que caiga frente a Donal Trump en las elecciones que celebrará el decadente imperio en noviembre de este mismo año es muy alta.

Trump seguirá con la dinámica bélica pero obligando a Europa a hacerse cargo del gasto que supone la guerra en Ucrania y su propia defensa ante la Rusia de Putin. La decisión de alimentar y consolidar el régimen de guerra, como denomina Raúl Sánchez Cedillo la deriva actual del capitalismo occidental en su huida hacia adelante, implica que, como describe Cristina Buhigas, las mujeres serán las víctimas del compromiso del Gobierno español de aumentar el gasto en defensa. Y entre las mujeres, las que más, las de los barrios trabajadores, las emigrantes y las de los territorios más desiguales respecto de otros comparativamente ricos. Andalucía, Canarias, Extremadura, Ceuta y Melilla, como ejemplos paradigmáticos.

Aún sabiendo que a las primeras figuras políticas del staff de Bruselas y los estados de la Unión, con Ursula von der Leyen y Josep Borrell al frente, y en papeles destacados Emmanuel Macron, Olaf Scholz y la ministra de Los Verdes alemanes Analena Baerbock, solo los mueve el interés personal como agentes subalternos de los capitalistas propietarios de la banca y la industria bélica, la estrategia de guerra contra Rusia demuestra tanto su ignorancia como su ayuno de escrúpulos, su inmoralidad como su idiocia. Prefieren la muerte a la vida sin ni siquiera percibir que la muerte de los otros, con la tecnología armamentística actual, puede ser también su propia muerte.

No hay guerra buena, una relación de combate de la UE contra Rusia nos abocaría en un extremo plausible a la catástrofe nuclear. Antes, como una bomba de neutrones, la política presupuestaria y fiscal de los países de la UE acabará con lo que queda de Estado de derecho y de derechos. Antes, los intereses y coyunturas nacionales de cada país entrarán en contradicción con las políticas de guerra, aventurando la destrucción de la UE. El reventón de los Nord Stream no será nada ante lo que puede ocurrir con una política económica europea dedicada a la guerra.

La dinámica de guerra es una nueva huida hacia adelante del capitalismo en su choque con los límites planetarios y en sus disputa de la hegemonía con China. Acometer con el régimen de guerra la escasez de recursos, el agotamiento de materias primas, la economía del desperdicio y el cambio irreversible de las condiciones biofísicas que hacen posible la vida en el planeta tierra, pone en riesgo nuestra especie. La geopolítica bélica de Europa es como intentar salir del pozo, en el que nos ha metido la política imperial de los EE.UU, tirándose uno mismo de los pelos.

La vida es tiempo. El capitalismo expolia el tiempo de las mujeres, obligándolas a las tareas de reproducción social, relegándolas a los peores trabajos y los peor remunerados. El capitalismo devora el tiempo de la naturaleza acumulado en forma de combustibles fósiles y el tiempo futuro destruyendo el medio ambiente. Los capitalistas usan la guerra para seguir apropiándose del tiempo de las mujeres, del tiempo de la naturaleza, del tiempo de trabajo de las clases populares, del tiempo de la vida de civiles y soldados para satisfacer su gula para la acumulación de capital.

El vínculo entre feminismo, pacifismo, ecología y lucha contra las desigualdades territoriales (que no es nacionalismo de derechas) es revolucionario. Es el vínculo de los cuidados que protege el tiempo de la vida. Con una socialdemocracia liberal doblegada a la guerra y el genocidio palestino, con sus socios de gobierno en España incapaces de plantar cara en el consejo de ministros, con un gobierno sin iniciativa de cambio, acosado por la corrupción, que no quiere encarar al bloque reaccionario con reformas de profundización democrática, como renovar con el bloque democrático el CGPJ, liquidar la ley mordaza o hacer de RTVE un medio democrático y antifascista, con un gobierno incapaz de afrontar la gravedad del momento en el mundo y en Europa, estamos obligados a ir con ellas, con las mujeres, con Irene Montero y con Ione Belarra. Yo voy con ellas.


Madrid –

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