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Genocidio e hipocresía

Es cierto que el PSOE nos tiene acostumbrados a estas maniobras tácticas de malabares y de hipocresía. Pero no es lo mismo jugar a ese juego político con cualquiera de los temas de la actualidad política cotidiana que hacerlo con un genocidio


Ayer sábado, durante la jornada de reflexión en Galicia, tenía lugar en Madrid una manifestación bastante singular. A primera vista, parecía una movilización más de la larga lista que, en apoyo de la causa palestina, han recorrido nuestras calles desde que Israel iniciara el peor genocidio en lo que llevamos de siglo XXI hace ya más de cuatro meses. Sin embargo y por debajo de la primera capa de apariencias, una serie de elementos muy significativos hacían de esta una manifestación muy diferente a las demás. En primer lugar, su convocatoria omitía deliberadamente la palabra «genocidio» y no contenía tampoco ninguna de las principales demandas que las plataformas pro-palestinas sí habían puesto en primer plano en todas las movilizaciones anteriores: ruptura de relaciones diplomáticas con Israel, fin inmediato de la compraventa de armas al Estado sionista, aplicación de sanciones económicas a Netanyahu y su cúpula o apoyar la denuncia de Sudáfrica ante la Corte Internacional de Justicia. En segundo lugar, los principales convocantes y organizadores de la movilización de ayer no eran las plataformas históricas del movimiento palestino que se habían encargado de organizar todas las demás manifestaciones, sino —entre otros— PSOE, Sumar, CCOO o UGT. Por último y precisamente gracias a la ausencia de demandas concretas y a la moderación en el lenguaje, ayer fue la primera vez que un ministro del PSOE (en concreto, Óscar Puente) se atrevía a acudir a una manifestación nominalmente «pro-Palestina».

En realidad y aunque el gran público pudiese llevarse a engaño, las personas más informadas sabían perfectamente lo que estaba ocurriendo ayer en las calles de Madrid. Desde hace ya dos semanas que circulaban rumores de que el PSOE necesitaba poder acudir a una manifestación como esta por motivos demoscópicos y electorales. Aunque los cañones de la progresía mediática se han encargado durante estos meses de amplificar y aplaudir cada gesto inútil de Pedro Sánchez —las cuatro palabras que le dijo a Netanyahu, la contribución rutinaria anunciada para la CPI o, más recientemente, la solicitud a la Comisión Europea para que investigue si (a lo mejor, quizás) Israel está violando los derechos humanos en Gaza—, lo cierto es que la gente no es idiota, las imágenes del genocidio no paran de ocupar las pantallas y, por si esto fuera poco, hace unos días se conocía que el Gobierno había mentido a la opinión pública y había seguido vendiendo armas a Israel durante el mes de noviembre de 2023 (ello sin olvidar que, además de vender armamento, España, sobre todo, compra material militar a los asesinos). Siendo nuestro país uno de los estados europeos en los cuales el apoyo a la causa palestina es mayor entre la población, todo esto sitúa al PSOE en una posición de grave desgaste político que tiene que intentar revertir por todos los medios. Es por ello que sus aliados políticos (Sumar), sindicales (CCOO y UGT) y también del tercer sector se pusieron a trabajar para echar una mano a los socialistas y disminuir la presión sobre ellos mediante una convocatoria lo suficientemente descafeinada como para que Óscar Puente pudiese pasarse por allí.

En realidad y aunque el gran público pudiese llevarse a engaño, las personas más informadas sabían perfectamente lo que estaba ocurriendo ayer en las calles de Madrid

Eso es lo que significa la manifestación de ayer y no hay ni un solo periodista especializado, ni un solo perfil político de primera línea, ni un solo activista de izquierdas de Madrid que no lo sepa. Pero eso no significa que la jugada comunicativa le haya salido mal al PSOE. Los de Sánchez saben perfectamente que una cosa son los detalles que se manejan en los círculos más informados y otra muy distinta lo que va a llegar al gran público a través de los medios de comunicación. De hecho, en el telediario de ayer al mediodía de la televisión pública, la pieza correspondiente hacía creer al telespectador que simplemente estábamos ante una manifestación pro-palestina más a la que —por lo que sea— habían asistido los cinco ministros de Sumar y también uno del PSOE. Aunque decenas de activistas palestinos denunciaron la operación a gritos durante la propia movilización y aunque la Secretaria General de Podemos, Ione Belarra, hizo lo propio con todas las cámaras y todos los micrófonos delante, ambas cosas fueron convenientemente ocultadas por La 1 de TVE y por la mayoría de los medios. Una de las pocas voces periodísticas discordantes —es decir, una de las pocas que hicieron el trabajo que se espera de la prensa— fue la del reportero de Canal Red Willy Veleta, que se encargó de hacer las preguntas incómodas a varios de los asistentes, incluido el Ministro de Transporte. Tanto es así que Puente acusó (de malas maneras) en la red social X a Veleta de mentir respecto de la venta de armas a Israel.

A su vez, el Grupo de Madrid de la campaña internacional Boicot, Desinversiones y Sanciones al estado de Israel, se ocupó de contestar al ministro que, como demuestran los informes del Centre Delàs, el que estaba mintiendo era él.

En realidad, lo ocurrido ayer no es otra cosa que la operativa habitual del PSOE como supuesta ala progresista del régimen del 78. Aunque comparte los consensos fundamentales del régimen con el PP —en este caso, la subordinación absoluta a los intereses geoestratégícos de EEUU—, la operativa política del sistema bipartidista del turno exige que el PSOE se sitúe simbólicamente en un lugar diferente para poder articular el falso reparto de papeles y así canalizar la energía política progresista de una forma que no ponga en peligro el statu quo. El problema es que, por mucho que se trate de una práctica conocida, no estamos hablando de un asunto más, sino del exterminio industrial de decenas de miles de seres humanos en el peor genocidio de las últimas décadas. Es cierto que el PSOE nos tiene acostumbrados a estas maniobras tácticas de malabares y de hipocresía. Pero no es lo mismo jugar a ese juego político con cualquiera de los temas de la actualidad política cotidiana que hacerlo con el asesinato despiadado de miles de niños y niñas palestinos.

La inacción de Pedro Sánchez ante uno de los horrores más pavorosos de nuestra época es una absoluta vergüenza y que hayan decidido montar una movilización fake para que su ministro se pueda poner el pin de la sandía mientras no hacen nada no disminuye la infamia que están cometiendo sino todo lo contrario.


Madrid –

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