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Manifestantes en la capital portan un cartel con el lema “Chega (partido de extrema derecha portugués), el fascismo se cura en el diván”

Manifestaciones históricas recorren Portugal contra la extrema derecha

La celebración del 50 aniversario de la Revolución de los Claveles se convierte en un grito unitario a lo largo del país contra el ascenso de la ultraderecha y el fascismo


Los portugueses salieron el jueves en masa a las calles por todas las ciudades del país. En Lisboa tuvo lugar, según la prensa local, el mayor desfile conmemorativo por el aniversario de la revolución de los claveles que se recuerda. Cientos de miles de personas abarrotaron la Avenida de la Libertad completamente durante al menos cinco horas. Eran tantas personas que casi no se podía caminar y la manifestación tardó casi una hora en poder echar a andar. Personas de todas las edades y con diferentes contextos socioeconómicos salían a celebrar la democracia portuguesa. No pocos hacían referencia a la posibilidad de dar ésta por sentado y votar a partidos que quieren acabar con la misma, como la ultraderecha de Chega, que en marzo consiguió decenas de diputados.

Junto a los bloques de partidos políticos, marcharon también veteranos del ejército que participaron en la revolución, así como dos tanquetas antiguas que se utilizaron en las calles de Lisboa para conseguir la democracia en el país vecino de España. Algunos historiadores dicen que la revolución de los claveles, que tiene su nombre en las flores que la población  trajo a los soldados que se habían levantado en armas contra la dictadura y que dieron la vuelta al mundo, fue el suceso desencadenante de la transición española. El régimen de Franco se habŕía asustado de que sucediese algo parecido al otro lado de la frontera y decidió iniciar la apertura para evitar las confiscaciones y los encarcelamientos… con bastante éxito, como bien sabemos. 

Un manifestante moderno se ha cosido un clavel y un 50 en la sudadera

Hace cinco décadas, el ejército organizó un golpe de estado contra la dictadura de Antonio de Oliveira Salazar, en parte porque éste llevaba a cabo una guerra colonial brutal en la que morían decenas de miles de soldados y jóvenes portugueses en África, al tiempo que la población sufría la escasez y la miseria. El analfabetismo estaba muy extendido y entre los campesinos pobres del Alentejo, que trabajaban en grandes fincas, y los proletarios de los núcleos urbanos de la industria incipiente se extendieron las ideas revolucionarias. Paz, igualdad, sanidad, educación. Los portugueses salieron en masa a las calles a apoyar al ejército, que consiguió una de las revoluciones más pacíficas de la historia, que tuvo menos de una decena de víctimas mortales.

En el trabajo de memoria histórica sobre la revolución, y también en la marcha-protesta, se observa una mayor preocupación por el anticolonialismo y el feminismo, también en el partido comunista PCP, que publicó con motivo del aniversario un conjunto de textos de Amílcar Cabral, líder de la lucha del movimiento de liberación nacional en Guinea-Bissau, asesinado por los portugueses en 1973. Cabral se revelaba contra el dominio colonial portugués sobre once millones de personas en toda África. La brutal guerra colonial portugesa fue apoyada por miembros de la OTAN, ya que el país formaba parte de dicha organización. La miseria en las colonias, a pesar de la riqueza en recursos naturales, aceleró el proceso de independencia.

Un símbolo vale más que mil palabras: una pancarta con una casa en la manifestación del 25 de abril en Lisboa. La vivienda es uno de los principales problemas de los portugueses hoy

La constitución de los claveles, en peligro

Las celebraciones del 50 aniversario llevan meses en marcha y van a extenderse hasta 2025. Tan solo en el mes de abril hay más de mil actos, charlas, homenajes, exposiciones, conciertos y un sinfín de actividades relacionadas con la revolución que trajo la democracia a Portugal. El viernes hubo una conferencia internacional por la paz y la libertad con el lema “Fascismo nunca más” de la Unión de Antifascistas de la Resistencia Portuguesa (URAP). En lo que fue una antigua cárcel para presos políticos del Estado Novo, el Museo de Aljube, han inaugurado una exposición en la que explican la brutalidad de la policía política de la disctadura de Antonio de Oliveira Salazar, el PIDE.

“Democratizar, descolonizar, desarrollar”… en el trabajo poscolonial aún está casi todo por hacer

La revolución de los claveles y el 25 de abril se han convertido en los mitos fundacionales del estado actual portugués. Tanto es así, que incluso el político de extrema derecha André Ventura del partido Chega (basta, en español), antes de verter su odio habitual contra el inmigrante, aseguró que “hace 50 años hicimos una revolución y dicha revolución nos dio la libertad”, para pasar a continuación a asegurar que, sin embargo, “a lo largo de este tiempo hemos perdido de forma progresiva nuestra dignidad”. Ventura criticó a partir de este punto lo de siempre: los ciudadanos no portugueses que no han votado al gobierno, el que los propios portugueses se vean obligados a emigrar y lo que él llama “la oligarquía de abril” que supuestamente se instaló en Portugal tras el levantamiento de los claveles.

La extrema derecha de Chega juega con la ventaja que le proporcionan la indiferencia y el analfabetismo funcional políticos, que les han permitido obtener cincuenta diputados en las  elecciones del pasado 10 de marzo. El cada vez mayor desconocimiento de la memoria histórica juega a su favor. Esa derecha “es muy peligrosa, porque culpa a nuestra constitución de la pobreza, que ya existía, así como de la corrupción, que se basa en las privatizaciones”, declaraba la líder del Bloco de Esquerda Mariana Mortágua en la Asamblea de la República. La joven economista, hija de un opositor al dictador Salazar, Camilo Mortagua, fundador de la Liga de Unidade e Ação Revolucionária, que tuvo que exiliarse, aseguró que “ninguna mentira puede ocultar que para Portugal abril fue el comienzo” y que su revolución fue “un torrente de alegría, la belleza de vencer al fascismo… Abril es vida plena, contra el sonambulismo y la maldita guerra”.

Graça Osorio explica que antes de la revolución “vivíamos en el oscurantismo absoluto” pero aún queda mucho por hacer

Una revolución incompleta

Para Graça Osorio, jubilada, que encontramos en la sede del partido comunista PCP, en el que milita desde hace cuatro décadas, la revolución fue un cambio de la noche al día: “Vivíamos en el oscurantismo más absoluto’”, asegura y confiesa que su politización empezó en su juventud con un libro de poesía prohibido de José Gomes Ferreira. Osorio cree que solo su partido tiene un programa verdaderamente revolucionario, pero explica que trabajan con todas las fuerzas democráticas. En el comienzo de la revolución, el PCP era de hecho el partido más extendido entre la clase trabajadora urbana y del campo en el sur del país, donde abundaban los latifundios. El “processo revolucionário em curso” estatalizó decenas de empresas, desde bancos hasta eléctricas, y comenzó una reforma agraria. Sin embargo, tan solo un año más tarde, buena parte de lo alcanzado volvió a su estado original, forzado por los sectores conservadores y la crisis económica internacional.

Un veterano del ejército portugués junto a una tanqueta en el desfile del 25 de abril el jueves en Lisboa

El mensaje de una revolución incompleta, sin duda, lo comparte buena parte de la población y es lo que el presidente de la Asociación 25 de abril, Vasco Lourenço, explicaba a la televisión pública portuguesa RTP: “Falta muita coisa por cumprir”, aseguraba el militar que participó en la revuelta contra el gobierno porque la guerra, explicaba, le abrió los ojos. La revolución trajo la paz y el fin de las guerras coloniales, pero le preocupan ahora “la justicia social, el aumento de la pobreza, de las diferencias entre ricos y pobres, así como entre el precio del producto fabricado y su plusvalía”. Eso sí, destaca que ahora Portugal sin duda está mejor que antes de la revolución: “Portugal era un país con un pueblo lleno de miedo”, explica, muy pobre y mal formado, una situación incomparable a la actual, explicaba con lo que era un mensaje indirecto a la extrema derecha.

El secretario general del PCP, Paulo Raimundo, uno de los cuatro diputados que tiene el partido en la Assembleia, explicó que su partido estuvo en la lucha antifascista antes de caer la dictadura y que la revolución “abrió las puertas a la democracia social, política y económica” y “consagró derechos políticos, sociales y laborales”, así como “un reparto de la riqueza más justo”, trajo “la igualdad entre hombres y mujeres” y además “puso fin a la guerra colonial”. La escuela pública gratuita, la sanidad pública de calidad, la vivienda accesible… todo eso sería también la revolución abril inacabada. El gran desafío para los nacidos después de la revolución “y de todos aquellos que viven y trabajan en nuestro país” es “llevar a cabo la tarea de concluir la realización de los sueños que trajo la revolución”.

“La burguesía mató a la poesía”

Un policía lleva un clavel de papel en el uniforme

Dos manifestantes de los que odia Chega

Otro manifestante de los que hacen saltar los fusibles de la derecha


Fotos: Carmela Negrete

Lisboa –

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