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Pedro Sánchez junto a la ministra de vivienda, Isabel Rodríguez — Rocío Ruz / Europa Press

Florentino Pérez, ministro de Vivienda

El problema de la vivienda en España es gravísimo y es urgente en términos sociales y económicos abordarlo de forma valiente. Pero habría que ser muy inocente para llevarse a engaño. Es obvio que el PSOE no va a hacer absolutamente nada significativo en esta materia


En las últimas semanas, los «anuncios» del gobierno en materia de vivienda se han multiplicado y los medios de la progresía se dedican a amplificarlos y a comentarlos como si estuviéramos al borde de una revolución inmobiliaria en España. Por su parte, la derecha política y mediática contribuye a la ficción de que hay algo sólido debajo de la espuma criticando furibundamente los «anuncios» como si éstos tuviesen una entidad verdaderamente material. Sin embargo, cualquiera que conozca lo ocurrido en las últimas décadas en nuestro país y rasque apenas unos milímetros por debajo de la superficie sabe perfectamente que estamos asistiendo a meros fuegos artificiales.

El problema de la vivienda es gravísimo para la mayor parte de nuestra sociedad. Aproximadamente tres cuartas partes de las familias viven en una casa de su propiedad. Para millones de ellas, en los últimos dos años la cuota mensual de la hipoteca ha subido entre 100 y 300€ al mes por la decisión del Banco Central Europeo de subir salvajemente los tipos de interés, no para frenar la inflación —como dicen— ya que ésta no está producida por un sobrecalentamiento de la demanda sino por un estrechamiento de la oferta, sino para provocar un saqueo masivo de recursos de la gente trabajadora hacia la banca. El restante 25% de las familias vive de alquiler. Pero solamente en promedio, claro. Entre el 10% más pobre de la población, el porcentaje de familias que alquilan triplica al porcentaje que opta por esa opción entre el 10% más rico. Además, la inmensa mayoría de las familias que alquilan en el decil más pobre gastan más de 1/3 de sus ingresos en pagar el alquiler. En el decil más rico, sin embargo, ninguna familia alcanza ese porcentaje de gasto. Esta situación, además de producir un enorme sufrimiento, además de obligar a millones de compatriotas a tener que elegir entre pagar el alquiler o la cuota de la hipoteca y llenar la nevera, además de provocar miles de dramas familiares y de desahucios —visibles o invisibles—, además de constituir un tapón brutal a la emancipación de las personas jóvenes, además de todo esto, la expropiación masiva de renta de abajo hacia arriba que ello supone es enormemente ineficiente para el conjunto de la economía. Al fin y al cabo, toda esa ingente cantidad de dinero que se va a la parte más ineficaz del sistema productivo —el sector rentista— es dinero que se deja de destinar al consumo, al comercio de barrio, al ahorro o a la inversión. La vivienda no solamente es un vehículo que se utiliza para vampirizar a la clase trabajadora sino que también le está chupando la sangre al resto de la economía.

Al mismo tiempo, para revertir esta situación, no queda más remedio que reducir los privilegios y los ingresos del sector más pudiente de la población. Hay que tener en cuenta que, en España, solamente el 6% de la población adulta es casero. Es decir, solamente el 6% de los adultos tienen una vivienda en propiedad que están alquilando a otra persona. De ese 6%, más del 60% tienen dos o más viviendas puestas en alquiler, un 24% tiene más de 15 y, de hecho, el 10% de todas las viviendas alquiladas en España son propiedad de una gran empresa, de un banco o de un fondo buitre. Los hogares de caseros son además los de mayor renta del país, disfrutando de una renta mediana disponible anual de 40.293€ frente a los 18.457€ de los hogares de inquilinos. A pesar de esta realidad —o precisamente por ella— la nueva Ministra de Vivienda de Pedro Sánchez, Isabel Rodríguez, estrenaba su cargo el pasado año con una entrevista en la Cadena SER dejando claro que ella va a defender a los pequeños propietarios.

La nueva Ministra de Vivienda de Pedro Sánchez, Isabel Rodríguez, estrenaba su cargo el pasado año con una entrevista en la Cadena SER dejando claro que ella va a defender a los pequeños propietarios

Quizás alarmado por las encuestas y los grupos de discusión y seguramente con motivo de las varias citas electorales que tenemos en el horizonte, en las últimas semanas el PSOE ha intentado hacer ver que les preocupa este tema y han querido dar la imagen de que están haciendo cosas. Pero, ¿qué han hecho realidad? Más allá de habilitar el índice de precios de alquiler al que obliga la ley de vivienda impulsada por Ione Belarra en la legislatura pasada y que solamente está aplicando Catalunya, Pedro Sánchez ha anunciado la construcción de miles de nuevas viviendas públicas —en un país en el que existen 3,8 millones de viviendas vacías—, ha anunciado también la supresión de los visados especiales para los extranjeros que invirtiesen más de medio millón de euros en propiedades inmobiliarias en España —algo que afecta a una cantidad minoritaria de viviendas y que, en todo caso, repercutiría fundamentalmente en el mercado de viviendas de lujo— y, ayer mismo, la ministra Rodríguez hacia un «llamamiento» a las comunidades autónomas para que aborden el problema de la vivienda; algo que, teniendo en cuenta que la mayor parte de los gobiernos autonómicos está en manos del PP, obviamente pertenece al ámbito del combate dialéctico y no al de las políticas públicas. Es decir, que el PSOE solamente ha hecho hasta ahora «anuncios» de medidas que son bien insignificantes, bien erróneas, bien puramente discursivas. Eso por no mencionar que llevan liderando el gobierno desde 2018 y tuvo que ser Podemos el que peleara a brazo partido —y contra el bloqueo del PSOE— para aprobar la única ley en cinco años que puede conseguir algún cambio mínimamente significativo.

Por otro lado, las señales que emiten los de Pedro Sánchez en el ámbito de las palabras y los gestos son todavía más preocupantes. Si el hoy defenestrado ministro Ábalos dijo aquello de que la vivienda es «un bien de mercado», si la ministra Rodríguez empezó su mandato avisando que iba a proteger a los propietarios y si, ayer mismo, explicó en la radio que «hay negocio» para los promotores en el ámbito de la vivienda social, qué decir del hecho de que el pasado martes siete ministros del PSOE acudieran obedientes a llamamiento de Florentino Pérez al palco del Santiago Bernabéu en plena tramitación de la neoliberal Ley del Suelo o de que Sánchez eligiese a la banca y a las constructoras para debatir ayer en Moncloa sobre la vivienda, en vez de reunirse con los Sindicatos de Inquilinos o la Plataforma de Afectados por la Hipoteca. ¿Qué pensaríamos de las ideas de un partido sobre la sanidad si lo escuchamos decir que los tratamientos contra el cáncer son un bien de mercado, que van a proteger a las pequeñas clínicas privadas, que hay negocio en la provisión de la sanidad o si lo vemos asistiendo a fiestas organizadas por el dueño del Quirón y reuniéndose en Moncloa con las grandes corporaciones que se lucran con la privatización del sistema sanitario en vez de con los sindicatos de médicas y enfermeros de la sanidad pública?

El problema de la vivienda en España es gravísimo y es urgente en términos sociales y económicos que podamos abordarlo de forma valiente. Pero habría que ser muy inocente para llevarse a engaño. Es obvio que el PSOE no va a hacer absolutamente nada significativo en materia de vivienda. Y el socio minoritario del gobierno ya decidió hace mucho que intentar forzar al PSOE es «hacer ruido».

Ayer, el periódico satírico El Mundo Today publicaba en la red social X un artículo con el siguiente titular: «El ministro de Vivienda, Florentino Pérez, defiende la colaboración de los promotores privados para reforzar la oferta de vivienda pública«. El exitoso modelo de humor de El Mundo Today lleva años explotando el mismo mecanismo: hacer reír mediante la publicación de noticias que son falsas pero que están sorprendentemente cerca de la realidad. En este caso, lamentablemente.


Madrid –

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Editorial

  • Pedro Sánchez se queda, ¿pero para hacer qué?

    Más vale que la respuesta llegue pronto. Y más vale que no se trate de reformas cosméticas. Porque, de lo contrario, la frustración que generará en la ciudadanía progresista y de izquierdas hará que la derecha y la extrema derecha se hagan con el Gobierno más pronto que tarde

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