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Pedro Sánchez y Ana Redondo en la gala de Los Goya — Raúl Terrel / Europa Press

El icono Perro Sanxe, la “nueva bodeguilla” y el “you have been psoed”

Desde la precampaña del 23J, Sánchez ha apostado por un acercamiento a diferentes espacios y actores culturales que le muestren como una persona menos fría y más cercana


Una de cal y otra de arena. Como el PSOE de toda la vida, que parecemos nuevos. Sánchez lo mismo le dedica un tweet de apoyo a la comunicadora Inés Hernand tras sufrir ataques en redes sociales por parte de la derecha, que te nombra el mismo día como Presidenta del Consejo de Estado a Carmen Calvo, ariete de la transfobia durante la pasada legislatura. Ambas cosas en apenas unas horas representan un “you have been psoed” de libro, que diría el meme.


Desde que convocara elecciones generales el pasado 29 de mayo, el equipo de Sánchez ha intentado desplegar una estrategia comunicativa que le permita parecer más cercano a la ciudadanía y no un hombre tan frío. Su ronda por todos los medios de comunicación durante aquellas semanas, escoltado además por Zapatero, y también su participación en el podcast La Pija y la Quinqui reflejaban bien por dónde iban los tiros. “Soy Swiftie”, decía Pedro Sánchez, y uno no podía evitar imaginarse a Joaquín el del Betis riendo mientras decía “no ha escuchado a Taylor Swift en su vida, Hulio”. Eso sumado a la apropiación cómica del significante “Perro Sanxe”, con merchandising incluido, y sus fotos con Jota, cantante de Los Planetas, dejaban clara la apuesta de Sánchez. Una apuesta que se vio reforzada por salvar contra pronóstico los muebles y conseguir que Feijóo no llegara a Moncloa. Ahora Sánchez era el hombre que paró a la ultraderecha.

La apuesta ha ido a más y el líder del PSOE también se ha dejado fotografíar en festivales de música indie como el Cala Mijas. Pedro Sánchez como uno más en el festival de música indie ‘Cala Mijas’, titulaba La Vanguardia en septiembre. En una suerte de intento de “zapaterización”, el Presidente parece caminar por una senda que le permita generar algo similar a lo que hizo ZP en 2008 con “los de la ceja”. Es por ello que ha reactivado la creación de una Dirección General de Asuntos Culturales que dependa directamente de Moncloa, como hizo el entonces presidente. En el fondo, básicamente servirá para jugar un papel al estilo de la “bodeguilla” de Felipe González, donde el líder del PSOE se codeaba con diferentes personajes de la cultura y de los negocios. Recuerdo todavía cómo un compositor muy famoso, y también casposete, me hablaba en 2016 sobre González y Guerra y los definía como humanistas.

Sánchez intenta ahora algo similar, conseguir relaciones directas con personajes de la cultura más frescos y novedosos. Es una práctica bastante vieja y Gregorio Morán la ha descrito muy bien y de manera profunda en sus libros El Precio de la Transición, El Jugador de Billar o El Cura y los mandarines. Básicamente, esta nueva versión de la ceja y la bodeguilla consiste en ir atrayendo paulatinamente a todo ese espacio cultural que era joven en el 15M pero que ahora ven en el PSOE la mejor opción contra la derecha. Así, en Ferraz pretenden ir ganando terreno electoral, todavía más, a la izquierda transformadora. Veo necesario apuntar que esta estrategia suele tener que ver con una idea equivocada, muy habitual en la política, por la cual se considera que “apostar por la cultura” es básicamente ir a saraos y hacerse fotos, sin profundizar mucho en cómo intervenir desde el Estado con un proyecto cultural claro para el país.

Esta idea de acercarse a las personas de la cultura puede resultar muy útil para dar una pátina de modernidad y progreso a una agenda política más bien conservadora y que apuesta por mantener el status quo. Mientras, el problema de la vivienda sigue y Sánchez anuncia que va a dar más dinero a los bancos con el aval público de hipotecas, en vez de intervenir en el sector inmobiliario con contundencia. Un ejemplo claro que ilustra bien esta lógica política en la que está instalado el PSOE es, por ejemplo, la manifestación convocada el sábado pidiendo un “alto al fuego” en Gaza.

Durante el propio lunes 12 de febrero se conocía que el gobierno de Sánchez había vendido armas a Israel en noviembre. Mientras, esta semana el PSOE está convocando una manifestación para pedir “un alto al fuego” en Gaza. Una convocatoria organizada al margen de las principales organizaciones propalestinas que han estado trabajando durante estos meses incansablemente para frenar la masacre. Básicamente, se trata de una manifestación para el día antes de las elecciones en Galicia diseñada con el fin de que puedan ir los ministros del PSOE y Sumar, con una convocatoria que evita decir la palabra “genocidio”, que no exige el fin de la compraventa de armas y que tampoco pide romper relaciones diplomáticas. Made in PSOE. En el mismo día te convocan una manifestación y a su vez te enteras de que le están vendiendo armas a Netanyahu. “You have been psoed”, pero con brilli brilli y farándula. Este ejemplo y el de más arriba son solamente una muestra de lo que ocurre cada semana en esta nueva legislatura.


Conviene desde la izquierda transformadora no llevarse a engaños. Esta jugada del PSOE puede salirle bien en términos electorales a corto plazo. De hecho, hay gente que participó activamente en el 15M que hoy sostiene que no se puede aspirar a un tablero político diferente del que hay ahora o que no se puede conseguir mucho más de lo que hizo ZP en su primera legislatura. Hay signos de derrota ideológica muy preocupantes en la izquierda. A día de hoy hay personas que participaron en las plazas planteando un proceso constituyente para España y que trece años después aspiran a trabajar dentro de la órbita socialista ya sea en think tanks, fundaciones, gobiernos, etc. La historia rima con los 70 y 80 aunque cada vez pueda parecer más cutre. Del “PSOE y PP la misma mierda es” a acabar haciendo consultorías para el bipartidismo y las grandes empresas extractivas hay todo un buen viaje. En el fondo este fenómeno no es nuevo y ya lo ha contado Gregorio Morán en sus libros.

Ante este panorama, la izquierda transformadora que no quiere conformarse con los límites del PSOE tiene mucha tarea por delante porque los problemas estructurales que asolan a nuestro país van a seguir ahí y es un deber ciudadano canalizarlos hacia proyectos democráticos y transformadores y no que acaben en algo que sea básicamente lo de siempre, una salida en falso a los problemas que atraviesan a nuestro país. El malestar por la falta de horizonte mínimo vital, la desigualdad de clase y género así como la emergencia climática tienen que encontrar una vía política emancipadora en la que la ciudadanía participe activamente. Es tarea de la izquierda poner todos los esfuerzos en lograr que esto suceda.


Madrid –

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