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Roger Garcés, psicólogo clínico y psicoterapeuta: «Los traumas psicosociales se legitiman mediante la repetición o la reparación»

¿Qué papel juega el trauma colectivo en las conflagraciones y la guerra? ¿Cómo puede sanar una sociedad su pasado de dolor? ¿Qué papel juega la propaganda y la guerra psicológica en la psique colectiva? Sobre estos temas habló Diario Red con el profesor Roger Garcés, especialista en psicología de la salud y en terapias alternativas


Las librerías están inundadas de obras de autoayuda, relajación y mindfulness. Usted cree que estas técnicas también podrían usarse el progreso social en lugar del beneficio individual. ¿Puede explicarme esta teoría?

Vamos a contextualizar la respuesta. Soy psicólogo clínico y he ejercido mi profesión en los últimos 38 años desde mi graduación en 1985 en la Universidad Central de Venezuela. En 1989, completé una maestría y posteriormente realicé otro curso de posgrado. En el análisis o, mejor dicho, en la búsqueda de estrategias y técnicas para la práctica clínica, cuando tuve contacto con un concepto de Carl Jung, que hablaba del arquetipo del mal. Se refería a que uno de los determinantes del mal es la soledad y que cuando nos conectamos unos con otros, esta soledad desaparece. Todo lo relacionado con el mal también está relacionado con la angustia, el miedo, la rabia y otras emociones muy negativas para el ser humano. Con el triunfo del presidente Chávez, en Venezuela hubo una campaña muy intensa por parte de los medios de comunicación que generaba odio y mucha angustia, miedo y rabia. En ese momento, formamos un grupo de estudio llamado Foro Psicológico para averiguar qué estaba sucediendo con los medios de comunicación y por qué la gente estaba sintiendo tanta rabia y odio. Nos dimos cuenta de que efectivamente estaban utilizando técnicas de manipulación psicológica en la población. Este odio persiste hasta hoy y se ha extendido a nivel planetario contra la Revolución Bolivariana. Estas son operaciones psicológicas y, una vez que el presidente Chávez asumió el poder, se desató una guerra psicológica contra todo lo que representaba el proceso bolivariano. Muchas personas comenzaron a sentir rabia hacia este proceso y lo rechazaban vehementemente. Este proceso de difundir odio ha persistido con el tiempo. Este odio, que fue infundado e impreso en la mente de la población, fue justificado por un proceso de manipulación de actitudes. Un ejemplo de actitud es el racismo. Sectores blancos pueden tener una actitud racista hacia los negros y pensar que son intelectualmente inferiores, por ejemplo. Además, hubo una historia de tortura y discriminación, que es el componente conductual.

¿Es necesario para dicha manipulación inventar hechos, las fake news que se dice ahora?

Las personas que viven en la soledad y no se conectan con otros construyen su realidad a partir de la pantalla. Hace 20 años, los teléfonos celulares no estaban tan extendidos como lo están ahora. Era la pantalla del televisor la que construía la realidad. Los medios de comunicación construyen esa realidad. Si desea implantar algo en la mente de la población, primero debe poner ese algo en un titular de prensa, y recuerde que la idea dominante en una sociedad es la idea de la clase dominante. Este mensaje se transmitía durante los siete días de la semana, las 24 horas del día. Nos dimos cuenta de que era una actitud porque había una predisposición cuando se conversaba con personas que no apoyaban el proceso revolucionario y creían que todo lo que hacía el gobierno estaba mal. Por ejemplo, hay logros que son innegables. La revolución bolivariana ha entregado cuatro millones y medio de viviendas, y eso es un hecho, pero esto simplemente se ignora o se desacredita. Comenzaron a publicar en la prensa que los techos de las viviendas se caían y cosas por el estilo. Durante una campaña de ahorro energético del gobierno, se entregaron bombillos LED a la población para ahorrar energía, ya que los bombillos amarillos consumen más. Sin embargo, los medios de comunicación sugirieron que estos bombillos tenían micrófonos para espiar a la población. Se dijeron muchas barbaridades. Cuando se inició la Misión Vivienda, se realizó un censo. Sin embargo, se hizo creer a la población que se les asignaría un indigente para vivir con ellos. Las personas que no estaban preparadas psicológicamente para estas afirmaciones, y que construían su realidad en función de lo que veían en la pantalla, sintieron mucho miedo y aprensión. Continuamos estudiando este proceso y nos encontramos con mucha metodología. Una de las más recientes que hemos identificado es el tema de la guerra cognitiva, reconocida incluso por la OTAN. Las operaciones psicológicas descritas en el manual de campo de la CIA han sido superadas por la tecnología. Diez años después de la operación psicológica, surgió la guerra cognitiva, la guerra informativa y la guerra electrónica.

Manual sobre la guerra informativa contra las revoluciones con consejos prácticos del Dr. Roger Garcés

Usted menciona el amor colectivo. Pero al tiempo observamos cómo en Europa la extrema derecha está ganando fuerza. ¿Cómo evitar odiar a su vecino que vota por la extrema derecha?

El ser humano tiene una dualidad inherente: por un lado, está el individuo, y por el otro, el colectivo. Hay investigaciones fascinantes que sugieren que simplemente tenemos un alma colectiva y que el vínculo es lo que puede operacionalizarla. Esto puede entenderse como amor, pero en realidad es la naturaleza colectiva del ser humano, que es precisamente lo que la dominación ha ocultado. La gente se une cuando hay amor y se separa cuando hay ira. Los grandes maestros de la humanidad, como Buda, han enfatizado la interdependencia en la que vivimos, una interdependencia de la cual no podemos escapar. Sin embargo, el pensamiento occidental tiende a legitimar la estructura de dominación capitalista, haciendo creer al individuo que está aislado de la sociedad y que esto es posible. Me gusta mucho una escena de la historia de los mayas en México, donde se saludaban diciendo: «Yo soy otro tú», y la respuesta era: «Y tú eres otro yo». Imagínese una sociedad que ha alcanzado un nivel de desarrollo donde entiende que todos son uno. Esta interdependencia, el vínculo y la unión son manifestaciones de lo que, románticamente, hemos llamado amor. Los grandes maestros, como Jesús, Mahoma, Buda, Krishna, etc., comprendieron que el amor es la única alternativa posible para crear un mundo mejor.

¿Ha considerado que la izquierda ha subestimado el poder de la religión?

El marxismo, en su forma ortodoxa, con aquella frase icónica de Marx que afirmaba que «la religión es el opio del pueblo», no ha logrado desvanecer la influencia de la religión, la cual aún ejerce un gran poder. Hegel argumentaba que uno puede no creer en Dios, pero no puede obviar a Dios en el análisis. Creo que hay una dimensión que merece ser explorada. Si bien el materialismo dialéctico ha elucidado de manera incomparable las relaciones de dominación en la sociedad, también considero que existe una dimensión subjetiva del ser humano que puede explicar mucho y donde la psicología se entrelaza con la filosofía, lo que podría proporcionarnos pistas sobre el comportamiento humano. Es lo que los grandes maestros han denominado amor, una categoría que podemos conceptualizar de diversas maneras: interdependencia, vínculo, tendencia, reunión. Es la promesa colectiva del ser humano. Sabemos que cuando el individuo asume la regresión colectiva, entonces es más fácil eliminar elementos asociados a la soledad, como la rabia, el odio y la angustia. El miedo es el fruto de la soledad y la dominación, y nos adiestra para vivir cada vez más aislados.

¿Qué puede hacer la gente para protegerse de esa manipulación informativa?

Hay varias cosas que pueden hacerse para protegerse de la manipulación informativa. En primer lugar, es importante entender que los medios de comunicación tienen una función ideológica de transmitir las ideas que les interesan. Los grandes medios de comunicación tienen el propósito de mantener el poder y la estructura de poder. Es crucial comprender esto, ya que estamos en medio de una guerra, la guerra cognitiva, donde las operaciones psicológicas tienen la característica de que el individuo que es objeto de la guerra no se da cuenta de que está siendo manipulado. De hecho, el máximo nivel de manipulación es cuando el manipulador hace que la persona crea fervientemente en lo que le han inculcado. En Venezuela, por ejemplo, existe una misión llamada ‘Mi Casa Bien Equipada’ que ofrece electrodomésticos a precios muy por debajo del mercado, pero con ciertas condiciones. Recientemente, un conocido mío, un acérrimo opositor al gobierno, me pidió ayuda para un trabajo en su casa, y me sorprendí al ver que tenía varios electrodomésticos de la marca que distribuye el gobierno, así como automóviles y teléfonos móviles chinos. Le señalé la ironía de estar luchando contra un gobierno que le estaba ofreciendo esas cosas. Esta contradicción provoca un cortocircuito en la mente de muchos opositores, mostrando la irracionalidad y predisposición que pueden existir. Un ejemplo espantoso de los niveles de odio alcanzados en un sector de la población es el caso de Orlando Figuera, quien fue quemado vivo en una marcha de la oposición por parecer chavista. Esta violencia es grotesca y muestra la gravedad del problema. Es importante informarse más para entender que estos actos no son aislados, sino que se repiten en varios casos. Sin embargo, la narrativa internacional a menudo legitima la imagen de que en Venezuela se violan los derechos humanos bajo una dictadura, perpetuando una mentira que se repite constantemente hasta convertirse en verdad.

En España, hay un político corrupto del Partido Popular que se fue de viaje, estuvo con unos chamanes, y a su regreso comenzó a decirle a la prensa que él había sido un «yonki del dinero». ¿Cree que las personas pueden ser adictas al dinero? ¿Existe una responsabilidad personal individual o son dinámicas también en las que se encuentra la gente dentro de la corrupción?

Realizamos un estudio sobre la corrupción y tengo un libro que se publicó en 2003. En este estudio, nos dimos cuenta de que el fenómeno de la corrupción tiene raíces psicológicas importantes. Valores altamente ideologizados, como la magnificación del dinero y la masificación de los lujos, son parte de ello. Entendimos que dentro de la estructura de las organizaciones hay dos maneras de hacer las cosas: la que podríamos llamar normativa institucional, que son los códigos escritos y las normas que están escritas, y la manera oscura, que son los caminos verdes entre comillas, a los que llamamos normativa extra institucional. Estas dos normativas están opuestas en una forma dialéctica y crean la posibilidad de que aparezcan conductas contrarias a las normas sociales, como el robo o el latrocinio. Además, identificamos lo que llamamos personalidad Delta, que es el sujeto que está a medio camino entre lo ilegal y lo legal. Creo que más o menos la población en general está en esa zona gris intermedia. Casi todos nos hemos saltado un semáforo o hemos tratado de evadir algún impuesto. El sujeto Delta sabe manejarse entre dos aguas y es capaz de penetrar los niveles más íntimos de la estructura para poder beneficiarse. No cualquiera puede ser un corrupto, porque no es fácil saber manejarse entre dos aguas. Cuando trabajé con la Policía Metropolitana, nos llamó la atención que las personas que eran señaladas de mayor corrupción tenían un historial bello, impecable, impoluto, precioso. Siempre pongo el caso de alguien que quiere sacar un documento y está muy apurado y se plantea ofrecer un soborno a alguien, pero lo hace justo al funcionario más correcto y más honesto. El corrupto tiene esa intuición y sabe cómo moverse.

No sé si sabe que en España también hay un programa desde hace un par de años, creo, que es un programa para tratar en las cárceles a los corruptos y reintegrarlos en la sociedad. ¿Cree que ese es el camino para el avance social, reeducar al corrupto?

Sí, ¿por qué? Porque la génesis de la corrupción es apropiarse de algo que no le corresponde, y esa es la base del capitalismo, que se basa en apropiarse del trabajo de los trabajadores, de la plusvalía. Un ladrón que le roba 100 dólares a una persona es un ladrón, pero un banquero que le quita la casa es legal. ¿Te das cuenta? Entonces, yo creo que la corrupción es una legitimación. Es necesario una nueva organización de la sociedad para eliminar esos vicios que son producto del mismo capitalismo. Yo mantengo que lo importante es que el sujeto pueda entender que vive en interdependencia, que vive vinculado entre conexión y cambio. Si tú conocieras como yo conozco las bondades que tiene el dar, no dejarías pasar una comida sin compartirla, porque el dar es la esencia de la generosidad. Es lo que nos muestra la enseñanza budista, la generosidad, lo que se llama una economía del regalo. Si yo te doy a ti, en algún momento voy a recibir, pero si yo te quito a ti, en algún momento me va a quitar a mí. Mientras no entendamos que vivimos en una dimensión colectiva del ser humano, en interdependencia, que vivimos vinculados, todos los demás abordajes no serán suficientes. Hay que ampliar la dimensión psicológica del sujeto y entender que si es verdad que somos individuos, también somos colectivo al mismo tiempo. Plotino decía que el ser humano es anfibio, no como los anfibios o la rana, sino que tenemos dos vidas. Por un lado somos individuos, por otro somos colectivo, es decir, tenemos una parte divina y una parte material, entonces somos anfibios, tenemos dos vidas y realmente creo que es así. Nosotros tenemos dos naturalezas, la colectiva del ser humano y la grandeza individual del ser humano. Hacer coincidir estas dos naturalezas y entender que el sujeto, aunque viva solo en una casa, está siempre interconectado con los demás, y que no es como el capitalismo propone que los grandes capitalistas que tienen miles y miles y miles de millones de dólares están solos. Tienen tanto dinero que ya es impensable. Ya no me cabe en la cabeza la cantidad de oro que tienen. Entonces, yo construí un búnker impenetrable, porque ellos van a vivir solos en el momento en que haya una conflagración mundial. Y no es verdad. Esto es una ilusión. Siempre, siempre estamos conectados. Pero la dominación nos hace creer que somos seres individuales y entonces dejamos anidar en nosotros estas emociones que son hijas de la soledad, el miedo, la ansiedad y la rabia.

¿Qué papel juega el trauma colectivo en las conflagraciones y la guerra? ¿Y cómo podría solucionarse? Por ejemplo, el conflicto que me viene a la mente ahora mismo es el de Israel y Palestina.

Actualmente formo parte del cuerpo de investigadores de la Universidad Internacional de las Comunicaciones, donde soy profesor investigador adscrito al Vicerrectorado de Investigación. He presentado un trabajo acerca del trauma colectivo, que es la primera dimensión. Existen energías en los abordajes espirituales; por ejemplo, cuando uno entra a una iglesia, especialmente aquellas iglesias de Europa con cientos de años de historia, se experimenta una sensación de paz y belleza. ¿Por qué sucede esto? Porque la gente al entrar a la iglesia se conecta con lo mejor de sí misma. Mientras que en la calle hacen lo que quieren, en la iglesia dejan aflorar lo mejor de sí. Así, ese llamado «egregor» se transmite de generación en generación. El concepto de campo morfogenético, como lo denominó el psicólogo inglés Rupert Sheldrake en los años 70, describe un tema poco tratado en la ciencia natural fáctica, pero que es tradicional en los abordajes espirituales. Incluso, a partir de los estudios del psicólogo alemán Bert Hellinger sobre constelaciones familiares, otra área que ha sido satanizada dentro de la ciencia ortodoxa tradicional, se ha hablado del trauma transgeneracional. Realicé un análisis en el que de alguna manera anticipaba la victoria de Javier Milei en Argentina, en virtud de un trauma transgeneracional argentino. Después de haber vivido varias dictaduras militares donde no era posible hablar de las desapariciones forzadas y la represión por parte de la dictadura militar, y después del Plan Cóndor, que fue un evento traumático muy importante, este trauma psicosocial, como lo definía Ignacio Martín-Baró, tiene tres niveles. Este es un área de investigación que se llevó a cabo incluso con judíos en campos de concentración nazis y con prisioneros de dictaduras latinoamericanas. El primer nivel es que la persona que sufre el trauma, es decir, la víctima, no lo expresa. La persona que es objeto de violación de derechos humanos no lo comunica porque en una situación de dictadura, nadie dice nada por miedo a sufrir lo mismo. Por lo tanto, se convierte en algo indecible. En la segunda generación, se vuelve innombrable. Los hijos de detenidos políticos o desaparecidos no revelan lo que les sucedió a sus padres y viven esto como un trauma que simplemente no se puede verbalizar. Pero en la tercera generación se vuelve impensable. Desaparece como elemento orgánico dentro de la psique y pasa a formar parte de la sintomatología. Freud lo describió y ha sido ampliamente estudiado. Así, lo indecible, lo innombrable y lo impensable, después de varias generaciones, conforman un trauma psicosocial que se acumula. En una sociedad como la argentina, según mi tesis, que no podía expresarse ni gritar, puede entonces votar por un individuo cuya característica definitoria es vociferar y gritar en televisión. Independientemente de lo que grite, se convierte en un símbolo de liberación imaginativa del deseo. En cualquier caso, creo que habría que buscar las raíces en el trauma generacional.

¿Existe investigación o propuestas sobre cómo abordar dinámicas sociales irracionales, como la guerra misma? Si un individuo puede acudir al psicólogo, ¿qué hace toda una sociedad?

La sociedad no se da cuenta, no toma conciencia de su pasado sin rituales. Por ejemplo, resulta llamativo que entre los determinantes fisiológicos orgánicos que pueden desencadenar la hipertensión se encuentre el ser negro. Bueno, imaginemos la esclavitud que vivieron nuestros ancestros esclavos aquí en Venezuela durante tanto tiempo, muchas generaciones. En los barcos negreros, los niños jugaban a capturarse entre sí. En el caso de Israel y Palestina, creo que hay razones que tienen que ver con la expansión imperialista por parte de Estados Unidos e Israel. Pero también hay razones que se deben buscar más en el alma del pueblo de Israel, que ciertamente ha sufrido un oprobio, algo espantoso, con la Shoá, con el Holocausto judío. Los traumas psicológicos y los traumas psicosociales se legitiman en dos niveles: mediante la repetición o la reparación. Es como el niño maltratado. Realmente trabajé con delincuentes y sé que, en el fondo, todo maltratador fue un niño maltratado. Eso es una ley que se aplica rigurosamente. Por lo tanto, podemos entender que los soldados que disfrutan destruyendo hospitales en Gaza, no porque lo diga yo, sino porque ellos mismos lo publican en las redes sociales. Dicen «miren cómo destruimos este hospital» y se ríen. En el fondo, creo que hay algo que tiene que ver con la repetición de lo que les sucedió como sociedad, porque obviamente no les ocurrió personalmente, sino a sus antepasados. Entonces, es un trauma psicosocial que se repite en las generaciones, pero que tiene la característica de nombrar lo indecible, lo innombrable.

Y la reparación, ¿cómo sería? Porque ya ha habido tantísimos homenajes a víctimas del Holocausto. Hay monumentos, hay charlas, ¿qué más se puede hacer?

Sobre todo, se puede trabajar en la reparación. Asumir el papel de víctima. Entonces, si mis padres, mis abuelos, fueron victimarios, que asumieron el papel de víctima no puedo salir de ese círculo. Son las condiciones psicológicas. Y esto es una hipótesis, por supuesto, hay que entenderla en consonancia con las condiciones históricas. Sabemos que hay una estrategia imperial, imperialista, expansionista de Estados Unidos que quiere llegar al Mar Rojo y quiere apoderarse de la Franja de Gaza, y por eso las condiciones de exterminio son un verdadero genocidio, algo espantoso.

psicogarces / Instagram

Usted es artista y cantautor, ¿cree que la expresión artística puede servir para tratar también los traumas sociales?

Sí. El arte tiene importancia dentro de la psicología social. A través de lo que yo hago, de la canción, creo que podemos llegar a ese punto íntimo que tenemos todos los seres humanos, donde está uno mismo y que tiene una dosis importante de juicio crítico. Uno se da cuenta de que, por ejemplo, quemar a un ser humano vivo no es algo bueno. De que bombardear un hospital no está bien. Independientemente de toda la irracionalidad, aquí la racionalidad es algo que tenemos en la mente. Pero en el corazón, cuando llegamos a ese punto, como le decía antes, ahí es donde tú eres tú. Ahí sabemos que se generan procesos y pueden ser procesos de cambio. Porque todo proceso que implique el darse cuenta refiere un avance en el ser humano. Entonces, si es verdad que los medios de comunicación quieren sembrar en nuestra mente lo que ellos quieren y por eso en los titulares también que hay una dimensión que refiere a lo humano. Yo sí creo que lo humano es algo que debemos rescatar, algo que está presente, algo que siempre vamos a tener presente. Aunque las condiciones de dominación se encarguen por todos los medios de eliminar lo humano. Creo que el arte tiene esa función. Hay una frase que me encanta de José Martí, apóstol de la Revolución Cubana. Él decía: «Todo está dicho ya, pero cuando se dice con amor es como si fuera la primera vez». Esta conexión con lo divino, con el amor, con la primera vez, con eso que nos pone en contacto con la inocencia, con la belleza, es lo que nos conecta con la humanidad.


Madrid –

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