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 Plaça de la Reina, València — Jorge Gil / Europa Press

València, horizonte municipalista o guardarle las llaves al amo

Todo lo que no sea municipalismo con coraje es asumir que en la institución se está de prestado porque le pertenece a otros, a quiénes sí se creen que les pertenece, es decir, es gobernar guardándole las llaves al amo


¿A quién pertenece la ciudad? ¿Quién la moldea física, social y económicamente? Estas preguntas, recurrentes en mi pensamiento político para poder ofrecer respuestas políticas, tienen una sencilla respuesta: la élite económica es dueña y señora de nuestras ciudades y las ha diseñado y diseña a su antojo e interés. También, por supuesto, la València de Ribó, la Barcelona de Colau y la breve Madrid de Carmena. Los que llamamos en su día los “Ayuntamientos del cambio”, que tanta ilusión generaron en tantas personas progresistas y que han acabado convirtiéndose en fortines localistas y atomizados hasta la derrota, no han dado una respuesta política a esta realidad, y todavía menos una respuesta conjunta y coordinada. Si la ciudad es diseñada por la élite en favor de su interés, por contraposición, es que está diseñada en contra de la clase trabajadora, y especialmente, en contra de mujeres, niños, ancianos, migrantes y personas con discapacidad. Un diseño hostil, neoliberal, patriarcal, racista y antiecológico.

Podemos verlo en muchas de nuestras realidades cotidianas. La realidad es que nuestras ciudades están al servicio de multinacionales aliadas con las élites locales. Cabify y Uber aliados con floteros locales dueños de decenas o cientos de licencias. AirBnB y Booking aliados con rentistas grandes, medianos y pequeños tensionado el alquiler y vaciando los barrios de comercios y vecindario. Y al rebufo del turismo salvaje la terrazificación hostelera del espacio público también mercantilizado de otras mil formas distintas. Lo de las ciudades para el coche y no para las personas, para el movimiento privado y no público, y todo el espacio a su servicio, daría para un centenar de artículos.

La ciudad diseñada por la élite y para la élite ha sido la norma y por desgracia política se ha intensificado a plena vista de los “ayuntamientos del cambio” aunque ahora se rasguen las vestiduras denunciándolo. En València hay más de 10.000 pisos turísticos ilegales que no han brotado en los meses de gobierno del PP de Catalá y Vox. Las prácticas ilegales de Cabify, Glovo y otras multinacionales son bien conocidas. De la hostelería y las terrazas sin control pueden dar buen testimonio en el centro de València. De la brutal subida del alquiler, que cuesta más del doble ahora que hace cinco años, damos buena cuenta la juventud y las familias que los pagamos.

¿Y el voraz sector del ladrillo? Esos señores que hicieron el agosto en la burbuja inmobiliaria y que pisaban las moquetas municipales más que algunos concejales pueden estar tranquilos. No pasa nada, ni hay burocracia extrema, ni falta suelo, ni milongas. Los planes urbanísticos siguen con la idea desarrollista de la década de los 80 y las fincas se levantan aunque no haga falta vivienda nueva ni ampliar la ciudad como dicen los empresarios del sector. ¡Che!, ¿Qué van decir si lo que quieren es ganar dinero? Frente ha ello no ha habido política de vivienda pública municipal, ni puesta en marcha del parque de vivienda vacía ni mucho menos una alianza de las grandes capitales por el derecho a la vivienda.

En el plano urbanístico, (que no es divertido pero es vital y estructural en una ciudad), el paradigma es el mismo que el del PP de Rita salpicado con la peatonalización de algunas plazas, pacificación de algunas calles y una supermanzana en la que ahora aparcan los coches con la permisividad del gobierno del PP y Vox. Los conflictos urbanísticos que atraviesan la ciudad, enquistados ocho años sin solución ni alternativa, ahora son un trampolín para el gobierno del PP. Promotoras y constructoras se relamen. Si usted vende sobres igual puede hacer negocio con el nuevo ayuntamiento. Me consta que en Madrid el panorama no es mucho mejor con la llamada Operación Chamartín de Florentino Pérez, con la complicidad del gobierno de Carmena, de la Asamblea de Madrid y hasta del actual gobierno progrechachi de PSOE y Sumar que le ha presentado una ley a la medida del presidente del Real Madrid (y se ve que miembro permanente del Consejo de Ministros).

El paradigma neoliberal y corrupto de la burbuja inmobiliaria sigue latiendo con fuerza y no solo no ha recibido una respuesta política alternativa sino que ha salido reforzado. ¿Y los servicios públicos municipales? Escasos y fundamentalmente privatizados. El agua, gestión privada. Los cuidados, bien lo saben las sindicalistas del SAD de la CNT de València, en manos de Florentino Pérez (sí, otra vez viene a cuento). Centros culturales, gestión privada. Limpieza, gestión privada, como si no se necesitaran estructuralmente servicios de limpieza. Guarderías, privadas casi todas. Recogida de basuras, privatizada… y podríamos seguir un rato largo. Una idea sencilla, la gestión privada de lo público es cara, ineficaz y un pozo sin fondo para la corrupción.

…la autoestima municipalista para poner lo municipal donde corresponde ya que la ciudad es el núcleo del estado moderno y de cualquier organización política pasada, presente y futura

¿Y qué ha sido del municipalismo? Municipalismo quiere decir que hay una idea coherente de izquierdas pensada en un eje político y de acción de inspiración local pero con miras amplias al resto de municipios, país, estado y mundo . Y si hablamos de grandes capitales, el municipalismo significa crear una red con las áreas metropolitanas y con los pueblos del interior y las periferias. Municipalismo, el de grandes capitales, debe y puede ser tejer alianzas con las otras capitales para liderar grandes debates de país y de estado como el derecho a la vivienda; es también pelear juntas por un marco financiero local que no ahogue los ayuntamientos y hacer caer el austericidio y los recortes de Rajoy que siguen siendo ley. Municipalismo es plantar cara juntas a los fondos que abusan de nuestras vecinas y vecinos y hacer frente común contra las multinacionales que atacan nuestros barrios. También es aclarar las competencias municipales y dotarlas de presupuesto adecuado, es hacer la ciudad feminista y ecologista y no solo hacer carril bici (que me parece fenomenal y muy a favor) y ponernos la medalla de Capital Verde Europea. Hay que impulsar un nuevo País Valencià municipalista, cercano y social. Municipalismo unido, alegre y combativo. Municipalismo es, incluso, plantear desde las ciudades la necesaria reforma republicana y municipalista de nuestra maltrecha Constitución, teniendo la autoestima municipalista para poner lo municipal donde corresponde ya que la ciudad es el núcleo del estado moderno y de cualquier organización política pasada, presente y futura. Sencillamente porque en la ciudad, o en el pueblo, en los municipios, es donde vivimos y donde ejercitamos nuestros derechos, pero también donde sufrimos los abusos y las injusticias. Un municipalismo desde donde denunciar el vergonzoso e infame Pacto de Migración y Asilo de la UE, la política de guerra, el seguidismo servil y otanista del gobierno progrechachi y la Unión Europea. Municipalismo para denunciar el vil genocidio contra el pueblo palestino a manos del criminal Netanyahu y el genocidio silenciado contra el pueblo de El Congo.

La tarea pendiente de la política valenciana y española es construir municipalismo. La tarea pendiente en nuestras ciudades, y en especial en mi querida València, es la de gobernar desde la izquierda, con autoestima y coraje, con la conciencia clara de tener una potente herramienta para el cambio social en pos de una ciudad, país,  estado y mundo más justo. Municipalismo para un mundo mejor. Todo lo que no sea esto es asumir que para la izquierda gobernar es estar de paso por la moqueta y no cambiar el rumbo, que gobernar sencillamente es gestionar bien y de forma honrada (o mejor que el PP) a ver si eso gana las siguientes elecciones (spoiler: no). Todo lo que no sea municipalismo con coraje es asumir que en la institución se está de prestado porque le pertenece a otros, a quiénes sí se creen que les pertenece, es decir, es gobernar guardándole las llaves al amo. La tarea: un municipalismo con autoestima y coraje, un horizonte municipalista por construir.


Madrid –

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