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Marco Cremonesi / Zuma Press / ContactoPhoto

Biden, Scholz tiene un mensaje para ti (y no es sobre Ucrania)

El canciller alemán pide ahora que Julian Assange no sea extraditado al país que espió incluso el móvil privado de la canciller Ángela Merkel


El canciller alemán Olaf Scholz ha criticado este lunes la posible extradición del periodista australiano Julian Assange a los Estados Unidos. Un gesto que puede entenderse como un mensaje directo a la administración norteamericana y que influirá en las relaciones entre Washington y Berlín. Scholz ha declarado que el fundador de Wikileaks debería recibir «la protección necesaria» por parte de los tribunales británicos. «Estaría bien que los tribunales británicos le concedieran la protección necesaria», aseguraba el canciller en un encuentro con alumnos de una escuela de formación profesional, «porque podría enfrentar persecución en los Estados Unidos, considerando el hecho de que ha revelado secretos de estado estadounidenses». El canciller ha usado una palabra concreta, persecución, que se traduce como el acoso a individuos o grupos debido a sus creencias políticas, opiniones o afiliaciones. Una grave acusación. Si bien todo el globo sabe que Assange sufre persecución política, los aliados de EEUU hasta ahora callaban al respecto.

Por supuesto, Scholz utiliza así, en este momento concreto y decisivo en el que la justicia inglesa decide sobre su devenir, la situación vergonzosa en que se encuentra el periodista para hacer política. Assange está encerrado en una cárcel de alta seguridad en condiciones que el relator de la ONU Nils Melzer para la tortura ha reconocido como «una violación sistemática de sus derechos». Y Scholz usa su situación para enviar un mensaje a Joe Biden. Nótese que el canciller no reprende a Londres, a pesar de que Scholz conoce de sobra la situación en que se encuentra el periodista. Assange ha revelado crímenes de guerra de diferentes administraciones estadounidenses y de sus aliados a través de su plataforma de filtraciones Wikileaks, y en EEUU la justicia pide una condena de unos 175 años de cárcel para él. No persiguen allí a quienes cometieron dichos crímenes. Persiguen a quien los hizo públicos.

La petición de no extraditarlo la formula el canciller alemán «porque los representantes de los EEUU no pudieron garantizar a los jueces británicos en la última audiencia que la posible sanción se encuentre dentro de un marco aceptable desde el punto de vista del Reino Unido», aseguró Scholz. Su silencio atronador hasta ahora, que no se refiere a lo inaceptable que es su reclusión ilegal, lo rompe Scholz ahora para declarar que la posible condena de EEUU no es aceptable. Son cinco años de torturas en la cárcel londinense y ocho anteriores de reclusión en la embajada ecuatoriana. Un tiempo en el que WikiLeaks no ha dejado de publicar información relevante, pero es ahora cuando Scholz ha decidido echar el freno de mano.

La ‘guerra económica’ a los amigos es inaceptable

Al igual que ocurre con los crímenes de guerra y el posible genocidio israelí en Gaza, la postura de los países europeos sobre el destino de Julian Assange, influirá de forma inmediata en sus relaciones con Estados Unidos, o bien servirá para tomar la temperatura a las mismas. No es casualidad que Gran Bretaña haya mantenido su encarcelamiento en condiciones ilegales, pero no lo haya extraditado hasta ahora.

La situación de Julian Assange ha sido uno de los temas más controvertidos en las relaciones entre Europa y Estados Unidos en las últimas décadas, ya que su plataforma Wikileaks también hizo pública informaciones que afectaban no solo a países europeos, sino a los propios líderes, como cuando en 2013 se supo que el móvil personal de la ex canciller Angela Merkel, así como el del italiano Silvio Berlusconi, el francés Nicolas Sarkozy y el israelí Benjamín Netanyahu, habían sido vigilados por la agencia de seguridad exterior estadounidense, la NSA. La frase de Merkel «espiar a los amigos es totalmente inaceptable» quedó grabada en la memoria de las relaciones internacionales transatlánticas.

Scholz ha sido el primero en pronunciarse a favor de Assange, pero es posible que le sigan el presidente español Pedro Sánchez, quien se encuentra en un momento de idilio con la administración alemana debido a las estrechas relaciones políticas, pero sobre todo comerciales, con dicho país. También podría hacerlo para evitar críticas de Podemos. En Italia, Julian Assange disfruta de una gran popularidad y en las últimas semanas varias ciudades le han concedido la ciudadanía de honor. De otros países europeos, en especial del Grupo de Visegrado, no es de esperar que se posicionen a favor de Julian Assange, ya que estos países han demostrado que los derechos humanos, en especial los de los periodistas, les importan poco. Así lo demuestran el caso del español Pablo González en Polonia o la censura en Hungría. Por otro lado, tampoco se ha pronunciado el canciller sobre González. Australia, sin embargo, pivote de la OTAN en el Pacífico, ha pedido asimismo la extradición del que, al fin y al cabo, es su ciudadano.

Ahora bien, como gesto político, tampoco Polonia va a enviar dicho mensaje a Estados Unidos y a reclamar la detención de la extradición de Assange, ya que en la actual guerra en Ucrania es una de las fuerzas que más está tirando del carro, fomentando el rearme en Europa. No se puede afirmar que las relaciones entre Alemania y Estados Unidos estén en su mejor momento. En especial desde que el apoyo a Ucrania comenzó a tambalear en el Congreso estadounidense, pero también debido a la competencia económica que el Ministro de Finanzas, Christian Lindner, llegó a llamar «guerra económica», debido a los aranceles norteamericanos. El anuncio del freno de las exploraciones de gas licuado, que afecta directamente a la producción alemana, reorientada  hacia esta fuente energética, ha causado asimismo malestar en Berlín.

Scholz dice querer frenar la guerra mundial

Cuando en febrero de 2023, el presidente Biden vino a Europa no lo hizo a Berlín ni a visitar a Olaf Scholz, sino que vino a visitar al presidente polaco Andrzej Duda. Y desde el comienzo de la invasión de Ucrania, la postura de Scholz ha destacado por ir en una dirección diferente a la que marcaba Biden. La relación de los hasta ahora dos principales partidos alemanes con Rusia fue durante décadas más que distendida y más allá del interés europeo. Rusia daba buenos puestos a sus políticos en las puertas giratorias de las empresas rusas, como fue el caso extremo del ex canciller Gerhard Schröder del partido socialdemócrata, que acabó en el consejo de administración de la empresa estatal rusa de gas, Gazprom.

Pero también los cristianodemócratas mantuvieron un intercambio con Rusia que llegó incluso a abarcar el aspecto de la seguridad y el armamento. Ayer se conocía a través de una investigación de la televisión pública ARD que la empresa Rheinmetall estaba construyendo en Rusia un centro para el entrenamiento militar en el que se formarían hasta 30.000 soldados que fue aprobado durante un gobierno de cristianodemócratas (CDU) y de liberales (FDP) con Franz-Josef Jung de Ministro de Defensa. Jung acabó en el consejo de administración de Rheinmetall y los proyectos de cientos de millones de euros planificados para construir varios de dichos centros en Rusia, para los cuales incluso iban a entrenar soldados en Alemania, terminaron paralizados por el gobierno alemán tras el Maidan y la anexión de Crimea.

Estas relaciones son ahora historia, y Alemania ha declarado a Rusia como su mayor amenaza. Sin embargo, el canciller expresa una y otra vez su escepticismo: «Me sorprende que a algunas personas no les importe, ni siquiera piensen, en la posibilidad de que nuestras acciones puedan contribuir de alguna manera a la participación directa en la guerra», dijo la semana pasada en relación al envío de misiles del tipo Taurus, para los cuales explicó que sería necesario que soldados alemanes los accionaran por su complejidad. Mientras el jefe de la oposición, el cristianodemócrata Friedrich Merz, aseguraba que «no es el gobierno, sino el canciller el que niega el envío», el diputado del partido verde Die Grüne Anton Hofreiter le acusaba de presentar «una explicación totalmente infundada, que es un gesto de debilidad hacia Putin y es una invitación a invadir otros países». Sin embargo, el audio filtrado del que informamos este fin de semana, deja de manifiesto que para que el ejército ucraniano utilizase dichas armas de forma independiente, necesitaría un largo entrenamiento de muchos meses y, hasta entonces, es posible que la guerra haya terminado. La participación de tropas alemanas sobre el terreno, de la que alerta el canciller y a la que tanto sus socios de gobierno como la oposición quitan importancia, supondría el comienzo de la tercera gran guerra en Europa.


Berlín –

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