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Génova, miércoles y 13

Willy Veleta

Génova miércoles y 13

Si a lo único que llega esta sociedad es a cortar un tramo diminuto de la Calle Génova (con lo que se ha robado y asesinado) es que tenemos un problema de cimientos importante, de raíz


Si toda la gente que dice que ha corrido delante de los grises hubiera corrido delante de los grises tendríamos a millones de personas con prótesis de rodilla y los grises no estarían todavía dentro de las fuerzas del desorden. Que son compañeros, coño.

Si toda la gente que dijo que había votado a Carlos Sánchez Mato hubiera votado realmente a Sánchez Mato ahora sería Secretario General de la ONU, presidente de la Fundación Ramón Mercader o de Galerías Preciados.

Si toda la gente que te llama hermano fuera tu hermano… no habría que ir mirando a todos los lados para adivinar desde dónde va a caer la próxima hostia.

Si todos los hermanos (y hermanas) se comportaran como hermanos y hermanas… otro gallo cantaría, y sería el gallo rojo, espero.

Si toda la gente que estaba en Ave María 8 (Taberna Garibaldi) el miércoles hubiera estado en Génova 13 primero… igual no habríamos sido cuatro gatos.

Que no te engañen, éramos cuatro gatos mal contados.

Ayuso se descojonaba desde su ático o desde su Maserati. LaSexta no conectaba en directo (y cito textual) porque “no se ha cortado la calle totalmente”.

El canal homeopático de la izquierda estaba como Gila en el chiste: “Me meto, no me meto”. Y no se metió. Si se hubieran quemado contenedores…

Al equipo de TVE le pasó un poco lo mismo… miraba los toros desde la barrera. Es la tele del PSOE pero también del PP. Que son compañeros, joder.

Ay Ayuso.

He visto a médicos en huelga no sabiendo a quién votar porque odiaban a la novia de Alberto González Amador pero decían ser “de centro”. ¿De centro?, les preguntaba yo. —Pues vota a Más Madrid. Y resoplaban.

Más Madrid les parecía el POUM.

Y así todo. Sacas 700,000 personas a la calle a favor de la Sanidad Pública y alguien del PSOE se encarga de esconder el ninot de Ayuso y apagar la llama de las mega manifestaciones para que Ayuso vuelva a arrasar en las urnas. Donde manda Quirón…

No estoy loco, lo viví de cerca. Y así todo.

Médicos y médicas votando al enemigo, a los que privatizan. Es todo un despropósito. Votan sin mirar por el espejo retrovisor ni poner las luces largas.

Hasta el mismo miércoles Génova 13 era un erial. Las plantas rodadoras del lejano Oeste se ponían las botas calle arriba, calle abajo. Los 7291 no entendían nada.

El miércoles apareció una diligencia pero no hizo parada ni fonda. Fue visto y no visto. Ciao pescao. Los antidisturbios comiendo pipas. No comen garbanzos porque los rojos los lanzaban para tirarles del caballo en Atocha en los 70. Eran otros tiempos, o no tanto.

Esto me lleva a seguir dando por saco con lo de “si toda la gente…”

Porque si toda la gente que adula a un líder le dijera las cosas como las siente y como son, aparte de cavar su tumba (¡qué pena!), el mundo sería un lugar menos tramposo. Y habría menos plantas trepadoras vestidas de hipster.

Ayuso puede volver a matar a Manolete o incluso hacer prácticas satánicas con su momia (no sé si tiene momia Manolete) y no le pasaría nada. La impunidad la compraron el 21 de noviembre en el Palacio de Oriente, cuando se cuadraron delante del fiambre del tío Paco. Franco, de cuerpo presente y futuro. Póngame 100 gramos de “chópez”.

Da igual si el PSOE manda a sus cachorros y cachorras a Génova 13, si Más Madrid envía a su diputado comodín o Podemos manda a las cuatro de siempre y el del tambor. No hay res (nada) que hacer.

Al menos el miércoles no había Champions. Y ni por esas.

En sus día los grises disfrutaban tras las manis y los saltos de masaje tailandés y sauna con happy end. Nosotras vivimos de las batallitas del abuelo y de la abuela. Papa no me cuentes otra vez, que no pasamos de pantalla.

Porque fueron.. ahora no salimos a la calle ni aunque nos maten. 7291.

Las calles están llenas de Porches Cayenne, plantas rodadoras y Luisvis.

Cuatro y el del tambor. Lo que yo te diga. Había más gente en el cumpleaños de Elisabeth Duval.

En la canción “Llegar a Viejo” de Joan Manuel Serrat se habla con nostalgia de la vejez, esa gente a la que se tanto desprecian los JASP. Gerontofobia lo llaman ahora. 

—La decrepitud me pone enfermo, dicen.

Desprecio a las arrugas, a las cosas que se caen, a los achaques, a la vida.

“Por mi puerta pasarás”, aclaraba siempre la abuela de mi amiga Mercedes.

En la canción de Serrat se dice: “Si se viviese entre amigos, que al menos, de vez en cuando, pasasen una pelota. Si el cansancio y la derrota no supiesen tan amargo. Si fuesen poniendo luces en el camino a medida que el corazón se acobarda, y los ángeles de la guarda diesen señales de vida”.

Pues eso… vivan las canas, no las caenas.

La ética de los lobos (y las lobas) nos confirma que hay que cuidar a nuestros mayores. Cuando se desplazan de un lugar a otro los primeros tres son los viejos, los más cansados, los enfermos. Para que ninguno se quede atrás. El último es el más fuerte, no solo es el que dirige, sino el que sirve.

Las que tienen que servir.

Si la veteranía fuese un grado, y no un grano…

Lo digo con conocimiento de causa, casus belli.

Si toda la gente que habla de morir de éxito supiera que el verbo morir significa estirar la pata, salir con los pies por delante… y que el éxito es tan relativo que Marcelo Bielsa lo llamó “flash”.

—El que perdió el sentido del recorrido… fracasó, dice siempre el entrenador rosarino.

Ha llegado un momento en la vida en la que uno ya solo se fía de la gente a la que sonríen cuando llega a los sitios. Y conozco dos o tres nada más.

El escritor Augusto Monterroso le deseaba eso a su hijo… que al llegar a los lugares la gente sonriera al verle aparecer.

Llámame cursi, llámame viejo, llámame anarquista.

Pero llámame si no es solo para pedir favores.

Si en tu baño tienes un rollo de papel higiénico en el banquillo dentro en una funda de ganchillo eres de las mías.

Huyamos de los lugares comunes, del elogio sin fundamento, del mamoneo y giremos la manivela de la cajita de música que dentro guarda La Internacional (no sé si comunista o socialista, porque va sin letra) y volvamos a las calles.

Tengo una amiga que está harta de ir a concentraciones, manifestaciones, harta de militar en un partido varado, harta de un novio que amenaza con hacer una opa hostil e irse a buscar un futuro mejor, sin ella.

Aves de paso. Yo me lo guiso, yo me lo como.

Mi amiga es de estas personas a las que sonríes al verlas aparecer en la pizzería. Se quita el jersey y se lleva al camarero puesto y a su bandeja llena de croquetas por delante. Es un poco Jerry Lewis pero de Cuenca. Se ha comprado una casa en China pero se la traen en un barco, de nombre extranjero. Es un caso. Y es profesora, de los buenos sentimientos.

No soportamos a las personas que remueven Roma con Santiago (de Chile) y cogen tres trenes de mercancías para salir en la foto y decir que estuvieron allí.

I was there.

Importa más que se sepa que estuvieron allí que estar allí.

Corrieron delante y detrás de los grises, votaron a Cayo Lara, lloraron cuando Gerardo Iglesias volvió a la mina, se emocionaron con el bebé de Carolina Bescansa, saborearon de cerca el beso de tornillo de Iglesias a Domenech y el abrazo de Ada a Iglesias y el súper abrazo de Iglesias a Sánchez. También estuvieron en el Teatro del Barrio, estaban en todo y en nada a la vez.

Estuvieron allí. Pero lo importante no es llegar allí, es permanecer, mantenerse.

Cuando a los grises se les subían las bolas (de goma) ellos ya estaban allí, con su dinosaurio atado en corto. Atado y bien atado (la frase que más se repite en mis textos, lo sé). Mea culpa, mea Paco Rabanne (como decía Andrés Montes de Pep Guardiola).

Si toda la gente que está viendo el programa de Sonsoles un miércoles cualquiera saliera corriendo a casa de Ayuso para sacarla a gorrazos… Ayuso no vería a dos encapuchados, vería a miles de personas corriendo detrás de ella, detrás de los grises.

Si por cada 7291 asesinados en las residencias hubiera ido un solo familiar (yo fui) a Génova 13… no hubiéramos sido cuatro gatos, o cuatro chiguaguas.

Lo confieso: los jóvenes periodistas tampoco quieren hacer la calle. Hace frío, hace calor, te empujan los grises, Rita Maestre te pone cara de asco, señoros te dicen lo que tienes que preguntar, señoras te preguntan “¿Dónde narices sale esto?”.

Ya ni Nanni Moretti pasea en Vespa por las calles. Ni te puedes encontrar al Emérito en un semáforo en su Yamaha último modelo. Mierda de ciudad, que diría Kortatu.

¿Quién pone las calles?

Tampoco me fío de la gente que está en la cresta de la ola, ni de las olas, ni de las crestas. El día que aterricen se van a dar contra un Boeing 747 de PanAm en Los Rodeos, hazme caso. Háztelo mirar.

Vayamos piano, piano… y sin aporrear el teclado, por favor.

Si toda la gente que dice que come semillas de chía y ridículas ensaladas de rúcula con nueces comiera precisamente eso… no habría tantas muertes súbitas, o súbditas.

Si toda la gente que dice que estuvo en casa de Irene Montero y Pablo Iglesias defendiéndoles de la manada de Atapuerca hubiera realmente estado allí…

Esa vez no fueron ni para salir en la foto. Mierda de extrarradio.

No fue ni Peter (yo conozco a dos que sí estuvieron al pie del cañón).

Mi abuela decía siempre que hay que rodearse de gente crítica, que sepa dosificar los meneos pero que no te doren la píldora. Nunca entendí de dónde viene lo de dorar la píldora y ahora es demasiado tarde para preguntárselo a su hija, que es mi madre.

Si toda la gente que sabía (y sabe) que eres un buen reportero te hubiera dado un puto trabajo en lo peor de la crisis no hubiera tenido que ir casa por casa dando clases de inglés a gente que te preguntaba: —¿Pero tú no salías en la tele?.

Salía y entraba. Pero iba a mi aire. No me casaba con nadie. Yo iba a trabajar.

Uno nunca deja de ser un buen o mal reportero.

Los hay que entrevistan gente para aportar algo a la sociedad y los hay que entrevistan a una activista con diversidad funcional para reírse de ella y hacer una radiografía nazi de la izquierda patria. Esa misma gente que tiene vía libre para pavonearse por los pasillos del Congreso y preguntar estupideces sin que pase absolutamente nada.

Si todos los que se dicen periodistas fueran realmente periodistas… no habría nada burdo, ni colaboracionistas de la cloaca, ni rojos muertos. Ni cafeteras de carne cruda.

Algún día lo tendrán que borrar del CV, hacedme caso.

Si a lo único que llega esta sociedad es a cortar un tramo diminuto de la Calle Génova (con lo que se ha robado y asesinado) es que tenemos un problema de cimientos importante, de raíz. Llámame radical. Llámame Lola.

Lo podéis edulcorar como queráis pero 800 personas es una mierda pinchada en un palo. Y 1,800 también. Ayuso rima con Soto del Real, mire usté.

Me piro diciendo que ojalá apostemos por las amistades que no veranean en el Guadiana, por las que te arropan y te dicen las verdades del barquero (sin crestas de ola) y te ofrecen asilo (y te lo dan).

Apostemos (sin dinero de por medio) por nuestros mayores, nuestros pequeños, por los mediopensionistas y los que no han rozado el larguero del éxito ni por asomo.

No saldremos mejor de pandemia alguna, eso ya nos ha quedado claro.

Muchos no hemos corrido delante de los grises, ni detrás. No hemos votado a Sánchez Mato, ni a Andreu Nin, ni hemos venido al mundo a quemarnos a lo bonzo por nadie. Pero somos fieles.

Y ya que estamos aquí… bailemos, frente a Génova 13, hasta el amanecer o hasta envejecer.


Madrid –

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Editorial

  • Y después del lunes, ¿qué?

    Tanto si Sánchez dimite como si no, nuestro país se embarcaría en una trayectoria suicida si la mayoría que ha hecho posible su investidura no acepta de una vez por todas que las reformas que partidos como Podemos llevan años poniendo encima de la mesa se han vuelto inevitables