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El portavoz económico de Sumar, Nacho Álvarez — Eduardo Parra / Europa Press

El error de Yolanda Díaz con Nacho Álvarez

Si Díaz pensaba que los de Belarra iban a ser doblegados por el látigo mediático para aceptar la oferta, revela que no los conoce en absoluto. Si sabía que no iban a aceptar pero pensaba mandar algún tipo de mensaje beneficioso para sus intereses con la maniobra, ha demostrado una incapacidad táctica, cuando menos, sorprendente


A última hora de la tarde del día de ayer, Nacho Álvarez renunciaba la oferta de Yolanda Díaz para ser ministro y dimitía formalmente de todos sus cargos en Podemos; formalmente porque ya llevaba meses sin desempeñarlos y dedicándose únicamente a sus responsabilidades en el ministerio de Derechos Sociales y en Sumar.

Varias horas antes, cerca del mediodía de ayer, saltaba la noticia que terminó por desencadenar esa decisión de Álvarez. Sumar había filtrado a uno de sus medios de cabecera —eldiario.es de Ignacio Escolar— los términos de la oferta que habían hecho llegar a Podemos apenas unos minutos antes: los morados se tendrían que comprometer a apoyar en el Parlamento todas las iniciativas provinientes del Gobierno sea cual sea su contenido, a acatar la disciplina de voto de Sumar en todos los casos, a seguir todas sus diputadas la línea comunicativa definida por Sumar —cesando, en particular, lo que el documento filtrado califica como «ataques públicos» e «insultos a miembros de Sumar, incluida Yolanda Díaz»— y a presentarse «en todo el ciclo electoral en la Coalición SUMAR, empezando por las elecciones europeas de 2024». A cambio de todos estos compromisos, Sumar ofrecía que Nacho Álvarez sea ministro, sin especificar en qué ministerio.

Más allá de que todos los periodistas de Madrid son perfectamente capaces de identificar —aunque no lo puedan decir en público— los mimbres de una maniobra de tan baja calidad, que, además, fue adelantada hace casi dos meses por Diario Red, más allá de que todos los informadores políticos sepan perfectamente que Nacho Álvarez lleva trabajando para Yolanda Díaz varios meses y que —al no responder a la disciplina de Podemos— su entrada en escena solamente sirve para justificar de una forma bastante burda el veto a Irene Montero, más allá de que resulte absolutamente evidente qué significa en términos de voluntad negociadora el filtrar a la prensa el documento de la propuesta a los pocos minutos de haberlo enviado a tu interlocutor, más allá de que podamos analizar por qué la inmensa mayoría de los medios de comunicación han presentado la oferta de Sumar como una simple «propuesta» más sin mayor valoración y qué significa esto en términos de corrupción del periodismo cuando todos ellos saben lo que hay detrás y cuando cualquier observador mínimamente informado detecta inmediatamente la asimetría que existe en decir que todos los partidos eligen a las personas que van a ocupar las carteras ministeriales, excepto Podemos, a quien se le impone el nombre de forma autoritaria, más allá de todos estos elementos que son absolutamente obvios, analicemos la maniobra del PSOE y Sumar —de ambos, porque es claro que Sánchez y Díaz actúan en coordinación, dado que solamente el presidente puede nombrar ministros— en términos tácticos.

No hay que ser Sun Tzu ni von Clausewitz para darse cuenta de que, en el ámbito táctico, la maniobra Nacho Álvarez ha sido un auténtico desastre

No hay que ser Sun Tzu ni von Clausewitz para darse cuenta de que, en el ámbito táctico, la maniobra Nacho Álvarez ha sido un auténtico desastre para los propios intereses de sus promotores. Y no solamente por cómo ha acabado. Es un desastre para Sumar, primero, porque reabre el debate sobre la presencia de Podemos en el Gobierno. Por mucho desgaste político que ese tema le cause a Yolanda Díaz —como es normal—, el veto a los morados ya se daba por descontado en los círculos políticos y periodísticos, y también en el debate público. Con esta torpe maniobra, el asunto se vuelve a poner encima de la mesa y la conversación vuelve a girar en torno a él. En segundo lugar, la maniobra Nacho Álvarez reactiva el marco de la humillación por parte de Yolanda Díaz a Podemos al ser completamente evidente que se les está intentando imponer el nombre de forma autoritaria; algo que no se hace con ningún otro partido. En tercer lugar, se refuerza a Irene Montero al señalar de forma implícita pero muy clara que Sánchez y Díaz la temen como ministra en tanto que líder política con capacidad de hacerles sombra. Por último, Yolanda Díaz muestra también de una forma nítida su preocupación, su debilidad y su miedo ante la perspectiva de que los morados puedan presentarse en solitario a las elecciones europeas, demostrando así que todo el discurso público de Sumar y sus periodistas afines afirmando que «Podemos está muerto» no se lo creen ni ellos mismos.

Si Yolanda Díaz pensaba que los de Belarra iban a ser doblegados por el látigo mediático para aceptar la oferta, revela que —después de tantos años de cohabitación— no los conoce en absoluto. Por el contrario, si sabía que no iban a aceptar algo, por otro lado, inaceptable, pero pensaba que iba a conseguir mandar algún tipo de mensaje político beneficioso para sus intereses con semejante maniobra, demuestra una incapacidad táctica que es, cuando menos, sorprendente. En cualquiera de los dos casos, que la maniobra Nacho Álvarez ha sido un error garrafal para los propios intereses del bloque PSOE-Sumar es un hecho objetivo e indiscutible, independientemente de las simpatías políticas de cada uno. En el camino, además, Díaz ha conseguido incinerar la figura de Álvarez poniéndolo a los pies de los caballos.


Madrid –

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