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Una zona de la exposición “Las victorias hay que saber verlas”

Las victorias hay que saber verlas

Desde el pasado 11 de julio y hasta el 5 de noviembre se puede visitar en el Centre del Carme de Cultura Contemporània la exposición “Las victorias hay que saber verlas”, una propuesta de la Fundació Horta Sud de València con motivo del 50 aniversario de su constitución


Esta exposición es una repuesta a aquellas personas, incluso de izquierdas, que se preguntan si vale la pena luchar. La tesis principal es que todos los derechos civiles y derechos sociales son el fruto del trabajo y la lucha de gente que se asocia a lo largo de los tiempos. Sin la cooperación, sin la construcción de redes de fraternidad, la libertad no hubiera existido. Al inicio el espectador es interrogado: ¿Es posible la felicidad privada sin la felicidad pública?

La exposición empieza con una frase de E. P. Thompson: “Nueve personas se encuentran el 1792 en una tasca, fundan una sociedad de correspondencia, su divisa es “que el número de nuestros miembros sea ilimitado. Un año después estaban todos detenidos, cien años después el número de sus miembros se contaba por millones”. Esta frase expresa el difícil inicio de los movimientos populares contemporáneos. Nada ha sido regalado. Quienes han luchado para conseguir más cuotas de libertad y de igualdad han sufrido prohibiciones, detenciones, encarcelamientos y todo tipo de penalidades.

Hemos focalizado en los jóvenes, las mujeres y los disidentes en el recorrido por las luchas del movimiento obrero y de los movimientos emancipatorios vinculados a él (movimiento vecinal, ecologista, cooperativista, feminista, juvenil y por los derechos LGTBIQ+). Y la cronología del derecho a la libre asociación constata que las entidades obreras y populares han estado más tiempo prohibidas que funcionando en libertad.

El año 1855, 33.000 obreros elevan al Congreso de los Diputados una propuesta vehiculada por Francesc Pi y Margall para conseguir la libertad asociativa de la clase obrera, simbolizada por las manifestaciones en las Ramblas de Barcelona con el lema “Asociación o muerte”. Este es el momento fundacional. Después, dos períodos de extraordinario florecimiento: el Sexenio Revolucionario (1868-1974) o la Segunda República (1931-1939). Josep Fontana, el historiador marxista catalán, nos dijo que hay momentos en que el pasado nos ilumina como un flash. La exposición ilustra algunos de estos momentos.

Uno de ellos es la lucha contra el fascismo encarnada en Virtudes Cuevas, una valenciana de Sueca en Ravensbrück, que recibió dos veces la Legión de Honor en Francia por su participación en la resistencia, mientras que el Reino de España, en cambio, aún no ha reconocido su desafío y su sufrimiento. El espacio recrea simbólicamente la lucha de las mujeres en el holocausto y Neus Català explica como dos españolas que hacen sabotaje en una industria de guerra alemana son detenidas, “torturadas y atadas de pies y manos y colgadas de un gancho de carnicero por debajo de las mandíbulas, una muerte lenta y atroz, porque no desangras. Lo mejor que podías hacer era moverte todo el que podías para que el gancho subiera sin cesar hasta encontrar el cerebro”.

Otro de los momentos que iluminan el presente es la lucha vecinal, de la cual seis dirigentes de las asociaciones de vecinos del área metropolitana de València hablan de las victorias y las luchas. José Luis Sanz de la Federación Vecinal de Xirivella, nos dice “La participación siempre es útil, incluso cuando se pierde.” A continuación, un recorrido por el cooperativismo permite entender la importancia que poco a poco vuelve a tener en el País Valencià: ahora mismo con 2.485 cooperativas que dan trabajo a 78.911 personas, con 3.762.989 socios cooperativistas, y 7.037.270.819€ de facturación que representa el 6,5% del PIB valenciano.

También, en relación al cambio climático, la frase de Henry David Thoreau: “Me gusta una vida que no deje el mundo peor de lo que hemos encontrado” se pone el foco en las victorias del movimiento ecologista del País Valencià, y una proyección finaliza con una frase Neil Postman: “Los niños son los mensajes vivientes que enviamos a un futuro que no veremos”. Una obra del artista Werens alude a los peligros de la central nuclear de Confrentes, y es un aviso acerca de los peligros de la tecnología fuera del control de la humanidad como la IA, ya denunciada en la película “2.001 una odisea en el espacio”, cuando el ordenador Hall se hace con el control de la nave.

El siguiente flash está dedicado al movimiento feminista poniendo cara a las primeras feministas valencianas del siglo XIX e inicios del XX. Son masonas, republicanas, anticlericales, socialistas, anticoloniales, antiesclavistas y obreristas como la gaditana Amalia Carvia que vive en València, Belen Sárraga o las masonas de la Logia Hijas de la Unión. Las luchas feministas se funden con las reivindicaciones obreras como la Hermandad de Cigarreras de Alicante, las Hiladoras del barrio de Velluters de València o las Espardenyeres de Elche. Estas luchas se enmarcan en dos frases del grupo “Arada. Eina de Feminismes i Memòria” que dicen “Si un grupo, un colectivo, una parte de la población, no tiene historia, no sabe de dónde viene ni quién es: no existe”. Y “El feminismo requiere de genealogías y de ejemplos pasados, así como de inspiraciones e impulsos utópicos para el futuro”. Asimismo, se proyectan frases de diez insignes feministas como Federica Montseny, Angela Davis o Louise Michel. En las luchas LGTBIQ+ se cita al poeta gay de Alzira Ibn Khafaja nacido en 1058 y a una mujer trans, Margarida Borràs, ejecutada en el mercado de València el año 1460.

La exposición es una reivindicación de la asociación, de la cultura y de los libros expresada en la frase El Federal de Sabadell de 1931: “Por encima de todo, cultura. Nada quedará del esfuerzo cívico de nuestros días sin la presión de un ambiente que nos lleve a todos por los caminos más cálidos de la inteligencia”.

Como escribía Paco Cerdà en El País hace pocos días, la exposición es “muy política” es cierto. La exposición acaba con una V de victoria con una gran cantidad de los logros conseguidos y con una lista de temas pendientes. En fin, la sociabilidad organizada, requiere esfuerzo y lucha, pero también comporta belleza y felicidad. La asociación es el nodo elemental entre el individuo y la sociedad que hace posible “estar juntos”. Es el lugar donde ejercitar la civilidad, donde se construye pueblo. Esta exposición, es pues, un homenaje a todas las personas anónimas que en todos los tiempos han luchado y luchan juntas para mejorar la sociedad. Que se han jugado la libertad y que a menudo se han dejado la vida. Quedan aún algunos días, no os la perdáis.

Jordi Serrano BlanquerComisario de la exposición


Madrid –

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