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Manuel Ruiz en El Tablero — Canal Red

Adiós a Manuel Ruiz, luchador por la justicia

El hermano de Arturo Ruiz se ha ido, pero deja su denuncia de la verdadera naturaleza de la Transición y de sus efectos, que llegan hasta nuestros días


Era hermano de Arturo Ruiz —el chaval de 19 años asesinado por un pistolero ultraderechista en enero de 1977 en Madrid, cuando se manifestaba por la amnistía—, se llamaba Manuel y acaba de morir por enfermedad.

El pasado día 2, el diario ‘El País’ publicaba la localización en Buenos Aires de José Ignacio Fernández Guaza, el pistolero ultraderechista que mató a Arturo. El pasado día 4, Manuel denunciaba en Canal Red que al asesino de su hermano “lo siguen protegiendo”.

Manuel era el alma del COT (Colectivo por lxs Olvidadxs de la Transición), integrado por familiares de personas asesinadas en la Transición del franquismo al régimen del 78 por las fuerzas policiales franquistas o por grupos ultraderechistas en la mayoría de los casos conectados con esas fuerzas policiales.

Cuando Arturo fue asesinado en las calles de Madrid por reclamar la amnistía, el ministro de la Gobernación –entonces todavía se llamaba “de la Gobernación”, aunque poco después pasaría a denominarse “del Interior”– era Rodolfo Martín Villa, un capitoste primero del franquismo y después del régimen del 78 que hace apenas dos meses cumplía 89 años y lo hacía reclamado por la justicia argentina —en virtud del principio de justicia universal— por crímenes de lesa humanidad.

CEAQUA (Coordinadora Estatal de Apoyo a la Querella Argentina) considera que “el mejor exponente de la criminal dictadura franquista y su Transición” es el propio Martín Villa, el mismo que en septiembre de 1996 devolvía a Santiago Carrillo la peluca con la que había sido detenido 20 años antes en las calles de Madrid.

Todo fueron risas en aquel acto propagandístico; de Carrillo, de Martín Villa y del maestro de ceremonias: el entonces ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja. Eran los tiempos de la “pacífica y modélica” Transición, cuando fuera de Euskal Herria apenas se escuchaban voces de peso que cuestionaran la verdadera naturaleza de aquel proceso político.

Hoy, Martín Villa y Mayor Oreja ya no están de risas, sino, el primero, reclamado por la justicia por crímenes de lesa humanidad y, el segundo, convocando movilizaciones contra la mayoría del 23J, en calidad de líder de Neos y en compañía del Pie en Pared de Esperanza Aguirre, que, por cierto, fue la primera en cortar la calle Ferraz (lo hizo el pasado día 4, mientras Manuel denunciaba en Canal Red que al asesino de Arturo “lo siguen protegiendo”).

La amnistía —aquella amnistía— llegó en octubre de 1977, pero no fue la amnistía por la que luchaba Arturo cuando fue abatido por un pistolero ultraderechista nueve meses antes, sino una amnistía que vació las cárceles de presos políticos pero también dejó impunes a todos y cada uno de los criminales franquistas.

Manuel se ha ido sin encontrar la justicia por la que luchó sin descanso desde aquel mes de enero de 1977 hasta el mismo día de su muerte. Nunca encontró esa justicia, pero deja el recuerdo imborrable de un luchador incansable y también su denuncia de la verdadera naturaleza de la Transición y de sus efectos, que —como Manuel sabía tan bien como el que más— llegan hasta nuestros días.


Madrid –

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