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Jueces y juezas

Jorge Gil / Europa Press / ContactoPhoto

Protejamos a las madres protectoras

Un estereotipo de género es primar la figura del padre sobre el interés superior de los menores. Un estereotipo de género es pensar que un hombre que ejerce violencia contra su pareja, contra la madre de sus hijos, puede ser un buen padre


Dos menores asesinados en Almería a manos de su padre. La Fiscal de la Audiencia Provincial de Álava se adhiere al recurso interpuesto por una mujer que, huyendo de su maltratador, se mudó con su hija de comunidad autónoma y a la que ahora un juez quiere obligar a volver a residir en la misma ciudad que su maltratador para que pueda existir un régimen de visita con los hijos que comparten.

Estas dos noticias son de la última semana, recientes. Sin rebuscar mucho, entre el resto de noticias de prensa, encontramos fácilmente casos de violencia vicaria a distintos niveles, llegando hasta el más extremo, el asesinato de los hijos e hijas. No es nuevo, pero no por ello deja de ser importante. Tenemos un problema con la justicia patriarcal en nuestro país. Un problema reconocido por la Organización de Naciones Unidas que alerta a España de que los estereotipos de género que persisten en la justicia comprometen el acceso de las mujeres a la misma en igualdad de condiciones.

Estos estereotipos de género se ven a la perfección cuando hablamos de las madres protectoras. Un estereotipo de género es pensar que un maltratador puede ser un buen padre. Un estereotipo de género es primar la figura del padre sobre el interés superior de los menores. Un estereotipo de género es pensar que un hombre que ejerce violencia contra su pareja, contra la madre de sus hijos, puede ser un buen padre o pensar que esa violencia no permea en los hijos y en las hijas. Es asumir la santísima figura del padre por encima de todo.

Un estereotipo de género es pensar que, muchas veces, las mujeres les meten ideas en la cabeza a sus hijos cuando se están separando para ponerlos en contra de sus padres. Esto último se conoce como síndrome de alienación parental, un síndrome acientífico, en el que los jueces se han escudado durante años para mantener la custodia a los padres maltratadores. Un falso síndrome que ya no es legal utilizar como argumento en un juicio.

Gracias a la Ley de protección integral a la infancia y la adolescencia frente a la violencia, está  prohibido aplicar el síndrome de alienación patriarcal y, además, hay que suspender el régimen de visitas ante el más mínimo indicio de maltrato. Esa es la ley, pero no sería la primera vez que en nuestro país algunos jueces se niegan a aplicar leyes feministas. Es por esta razón que muchos jueces siguen sin suspender el régimen de visitas, aún cuando el padre tiene una sentencia condenatoria por violencia de género. Es por eso que la ONU ha llamado la atención a España, hasta en seis ocasiones, porque no está protegiendo adecuadamente a los niños y las niñas de la violencia sexual y machista.

La violencia vicaria es, posiblemente, una de las caras más feroces del patriarcado. Todos los estereotipos machistas sobre las mujeres se ponen a trabajar para defender que se inventan las agresiones sexuales a sus hijos e hijas, que convencen a los niños y niñas de que sus padres son malos. Fruto de esta violencia, hemos visto a madres protectoras, a mujeres que estaban protegiendo a sus criaturas, llegar a entrar en prisión por negarse a entregar a sus hijos a su maltratador. Uno de estos casos es el de María Salmerón, quien fue condenada por incumplir el régimen de visitas con su maltratador. Esta semana hemos conocido la feliz noticia de que la Audiencia Provincial de Sevilla ha suspendido la última pena de cárcel a María Salmerón. Es justicia, aunque llega tarde y sin reparación para una mujer que lo único que ha hecho ha sido proteger a su hija.

No sé cuántos hijos e hijas más tendrán que ser asesinados por sus padres o cuántas mujeres tendrán que entrar en la cárcel por defender a sus criaturas para que España se haga responsable de una vez por todas de la justicia patriarcal que tiene. Es un tema complicado y tremendamente duro de afrontar, porque duele ver cómo hemos abandonado a esas mujeres y a esas niñas y niños confiando en una justicia que sigue pensando que un maltratador es un buen padre, pero no podemos seguir mirando para otro lado, tenemos que proteger a las madres protectoras y a las niñas y niños.


Madrid –

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