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Una EBAU para la minoría

El número de universidades privadas se ha multiplicado por 2,7 en los últimos 25 años y ya son, en el conjunto del estado español, prácticamente parejas: 50 universidades públicas frente a 43 universidades privadas


El actual sistema de acceso a la universidad en España siempre ha estado cuestionado. Todos los veranos, en las proximidades de junio y septiembre, se comenta en los medios de comunicación la dificultad de las pruebas, las altísimas notas de corte de algunas especialidades, se felicita, convenientemente, al estudiante que ha conseguido la nota más alta… En fin, es una fiesta. Pero estas cuestiones nos arrebatan la perspectiva para ver con más claridad.

Urge una reforma y el PP presiona para que haya una prueba única en todas las comunidades autónomas y amenaza con establecerla en aquellas regiones que gobierna, aunque tampoco en el nombre estén de acuerdo: EBAU y EvAU conviven en España. A su vez, la ministra Alegría descarta una prueba común pero propone cambios: una nueva prueba.

El actual sistema de baremación premia o favorece a la prueba por encima de las notas en Bachillerato. Por tanto, tener un día desafortunado o, sencillamente, no hacer un examen perfecto, penaliza más que la labor realizada y desarrollada durante los años que conducen al título de Bachillerato. Así, un estudiante que, digamos, tiene 10 en todas las materias en el instituto, si en la EBAU obtuviera un 9 y no un 10 en una de las materias de mejora, alcanzaría una nota media de 13,800. Cada punto en las asignaturas de mejora premia o castiga en 0,200 sobre la nota final. En cambio, un estudiante que tenga una media de Bachillerato de 9,38 (tres dieces y cinco nueves, por ejemplo) y tenga un 10 en la EBAU general y en las dos asignaturas de mejora, obtendría una media de 13,813, es decir, mejor que el estudiante perfecto de Bachillerato del que hablábamos en el anterior ejemplo. Así, la prueba demerita el Bachillerato o tiene un peso específico muy elevado.

Todo esto acontece en un contexto en el que las notas de corte para carreras atractivas y demandadas es muy elevada. Contra la opinión popular y el prestigio que una nota elevada de corte parece tener, la nota señala la media de acceso del último solicitante que logró entrar en el pasado curso académico, es decir, cuanto más elevada sea la nota, menos plazas se ofrecen de esta titulación para la demanda que realmente tiene. En definitiva, la nota de corte esconde la carencia de plazas universitarias.

A esto hay que añadir la evolución que ha experimentado el sistema universitario español, con una creciente oferta por parte de las universidades privadas. El informe CYD de 2023 señala que en el curso 2006/2007, el número de estudiantes matriculados en universidades privadas era de tan sólo 140.000 personas y en el avance del pasado curso académico alcanza cifras de prácticamente 280.000 estudiantes, 81.000 en la última década. En menos de 20 años, las universidades privadas han doblado su número de estudiantes, en un contexto en el que las universidades públicas han perdido prácticamente 200.000 estudiantes en la última década. Es decir, la creciente oferta de universidades privadas ha motivado una pérdida de alumnado en la universidad pública.

Esto quizás se deba a que el número de universidades privadas se ha multiplicado por 2,7 en los últimos 25 años y ya son, en el conjunto del estado español, prácticamente parejas: 50 universidades públicas frente a 43 universidades privadas.

La situación se agrava, en relación a los estudios de postgrado y teniendo en cuenta la existencia de los másteres profesionalizantes, es decir, necesarios para ejercer. Así, en los estudios de másteres no hay diferencia significativa entre el número de alumnos matriculados en universidades privadas o en universidades públicas. Parece que el formato del máster oficial beneficia al sistema de las universidades privadas, a pesar de que el precio por máster sea al menos un 20 % más caro de media en las universidades privadas. Sin embargo, si contemplamos los datos de los doctorados, el 91,7% de los estudiantes están en universidades públicas. Esto, aventura el informe CYD, se debe al mayor esfuerzo y los mejores resultados en la investigación de las universidades públicas. En definitiva: no es rentable para la empresa privada.

Esbozados estos datos, y si los analizamos juntos, parece que las universidades privadas se han abierto un hueco a raíz de la EBAU o que la EBAU, tal como está concebida, ha servido para hacer crecer a las universidades privadas, ofreciendo plazas en aquellos grados en los que la nota de corte es muy alta y por tanto hay poca oferta para la demanda real de esos estudios. Los másteres oficiales han propiciado también el avance de la universidad privada, a la que el esfuerzo no parece salirle rentable en los estudios conducentes al doctorado. También es necesario flexibilizar horarios y aumentar la oferta en la educación a distancia de las universidades públicas, si se pretende recuperar el terreno perdido frente a las universidades privadas.

Por lo tanto, antes que reformar las pruebas de acceso a la universidad, urge ofertar más plazas en la universidad pública, pues la escasez de estas parece ser la raíz del problema.


Madrid –

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